
La salvación es más que escapar del sufrimiento. El Apóstol Mayor Schneider insiste en una preparación activa para el retorno de Cristo y advierte contra el retraimiento, el autoengaño y el minimalismo espiritual.
En el número especial 03/2021 de los Pensamientos Guía, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider se dirigió a todos los portadores de ministerio de la Iglesia Nueva Apostólica; el tema de la publicación es “Interpretación de salvación y redención”.
Jesucristo fundó la Iglesia “para poner a disposición de la humanidad la salvación plena”. El término “salvación” tiene múltiples significados, como, por ejemplo, liberación, perdón o redención. La Biblia utiliza la palabra con diferentes significados, dependiendo del contexto. Esta interpretación amplia también se evidencia a lo largo de la historia de la Iglesia: “Según la época y el lugar en que vivían, hicieron hincapié en el aspecto de la salvación que mejor se ajustaba a sus expectativas”. Para el Apóstol Mayor Schneider es decisivo que hablar de salvación se oriente siempre al Evangelio y ponga en el centro “la voluntad y el obrar de Jesucristo”.
La salvación como preservación del sufrimiento
En la teología nuevoapostólica, la salvación a menudo se concibe en relación con el retorno de Cristo. Esta visión es comprensible, escribe el Apóstol Mayor, especialmente en vista del sufrimiento, la enfermedad y el miedo. “El Señor vendrá otra vez para liberarnos del sufrimiento; nos preservará de la gran tribulación”.
Sin embargo, esta interpretación no es completa si se considera separada de la misión global de Cristo. Si la salvación se entiende exclusivamente como liberación del mundo, esto puede conducir al retraimiento y la pasividad. “La vida en la tierra se presentaría de una forma negativa. Entonces la tierra no sería más que un lugar de sufrimiento del que hay que escapar cuanto antes”. Una actitud así pasa por alto que seguir a Jesús también implica responsabilidad por esta vida.
La vida eterna como meta
Para el Apóstol Mayor Schneider, la meta de la salvación no es solo la liberación de la necesidad, sino la participación en la vida de Dios. “La vida eterna es mucho más que la inmortalidad”. Significa la comunión con el Dios trino, una comunión que no comienza en el más allá, sino que se prepara aquí y ahora.
La fe, el renacimiento de agua y del Espíritu y la recepción digna de los Sacramentos son requisitos esenciales. Pero ni siquiera estos bastan por sí solos. “Recibir los Sacramentos nos da la oportunidad de entrar en la comunión eterna con Dios, pero no nos garantiza automáticamente el acceso definitivo”. El requisito es la santificación, es decir, una transformación interior continua a través del obrar del Espíritu Santo. “El Espíritu Santo nos purifica, nos da la fuerza para resistir al pecado y nos enseña a renunciar a lo que nos separa de Dios”.
Amor a Dios y a los seres humanos
La salvación también es siempre relación. Para el Apóstol Mayor Schneider, la vida divina está indisolublemente ligada al amor: “La naturaleza de la vida divina es el amor”. Quien quiera recibir y transmitir este amor debe volverse hacia Dios y hacia el prójimo. “Jesús hace tanto hincapié en el amor al prójimo como en el amor a Dios”. Por eso, la comunión cristiana ya forma parte de la preparación para la salvación. Ayuda a soportar las debilidades, a buscar la reconciliación y a fortalecer la confianza. “Esta preparación solo tiene sentido cuando tiene lugar en la reunión de los que buscan la comunión eterna con Dios”.
El Servicio Divino como campo de entrenamiento
El Servicio Divino desempeña un papel central en esta preparación. Allí se vive y se practica la comunión con Dios y entre nosotros. “La participación en el Servicio Divino también prepara al creyente para vivir en la comunión de los santos en el reino de Dios”. La oración, la prédica, la Absolución y la Santa Cena no son solo actos ritualizados, sino campos de entrenamiento espiritual. La Santa Cena, en particular, deja claro que Dios ama y acepta a todos por igual: “El Señor acoge a todos los demás de la misma manera […] y les da exactamente lo mismo que nos da a nosotros”. La colaboración en la comunidad también fortalece la convivencia. “Esta colaboración es también una excelente oportunidad para aprender a convivir”.
Conclusión
En la última parte del número especial, el Apóstol Mayor Schneider advierte contra reducir la interpretación de la salvación a la participación digital en la vida de fe. Los Servicios Divinos en Internet pueden ofrecer muchas posibilidades, pero no pueden sustituirlo todo.
“La participación en el Servicio Divino es una parte esencial de nuestra preparación para el retorno de Jesús”. Quien se aleja de la vida de la comunidad de forma permanente sin una razón de peso, corre el riesgo de perder el contacto con la comunión de los creyentes y, con ello, también la preparación para la salvación.
El Apóstol Mayor evalúa de manera crítica la idea de que la Santa Cena sea igual de eficaz fuera del marco de la Iglesia. Tal práctica “no puede tener el mismo efecto salvífico” que recibir el Sacramento en la comunidad por parte de un portador de ministerio autorizado para ello.