Ya sea en este mundo o en el más allá, los sufrimientos son los mismos. Y la solución es la misma. Siete ejemplos de cómo Jesucristo sana las necesidades del alma.
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. En torno a estas palabras de Hechos 4:12 giró el último Servicio Divino en ayuda para los difuntos del 5 de julio de 2020 en Zúrich-Seebach (Suiza).
El contexto bíblico: Pedro había sanado a un hombre cojo de nacimiento. Y había explicado a la asombrada multitud que no era un acto propio, sino que la salvación solo es posible por la fe en Jesucristo.
“Lo que Pedro hizo en aquella época también es la misión del apostolado hoy”, dijo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Es anunciar que “Jesucristo es el Mesías; solo Él puede dar la salvación y vendrá de nuevo en la fe en la resurrección de los muertos”.
“Seguramente que en el más allá también hay gran necesidad espiritual y gran dolor. Jesucristo puede aliviar este dolor en aquellos que creen en Él”, dijo dando siete ejemplos:
- Temor al castigo: “Si ahora debo presentarme ante Dios y ser juzgado, bien contra mal, ¿qué hice en mi vida?”. Pero, “el que cree en Jesucristo sabe cómo es Dios. Es un Dios de amor y es un Dios de gracia”.
- Decepción: “Muchos piensan que cuando mueren y han vivido una buena vida, van al paraíso. Ahora están en alguna parte, pero no con Dios”. Y “hay personas para las que la vida se ha vuelto tan imposible que se quitan la vida. Y se dan cuenta de que todo continúa”. Porque “la muerte no es la liberación, sino que la resurrección es la liberación definitiva”. “Cree en Jesucristo y síguelo, y serás liberado de todo sufrimiento para siempre”.
- Reproches: “Cuando uno mira el destino de algunas personas, comprueba que realmente no tuvieron nada hermoso en su vida, solo desgracia, solo sufrimiento, penurias, enfermedades y preocupaciones. Entonces se puede tener un problema con Dios”. Pero, “por eso vino Jesucristo a liberar a los hombres definitivamente del dominio del mal. Entonces recibes tanto que ya no piensas en lo que has experimentado en la tierra. Llegas a la gloria de Dios”.
- No ser amado: “Existen almas que van al más allá con gran necesidad espiritual. Nunca conocieron el amor”. Pero, “Jesucristo también puede sanar este sufrimiento. También a ellos puede decirles: ‘Yo te amo, vales tanto para mí que di mi vida por ti, por ti personalmente’”.
- Arrepentimiento: “Hay personas que incluso en el más allá son conscientes de haber obrado injustamente. Causaron mucho sufrimiento hiriendo a más de uno y no tienen forma de enmendarse”. Pero, “algo grande para una persona arrepentida es que no solo puede obtener la gracia para sí misma, sino también esa confianza en el amor de Jesucristo: puedo hacer felices a las personas a pesar de mi culpa y mi falta”.
- Separación: “Un dolor que todos conocemos y podemos entender es el dolor de la separación. También aquí Jesucristo puede consolar y levantar. Él da tanta paz a través de su presencia, su gracia, su bendición, que el alma está en paz a pesar de todo. Y genera esperanza: es solo una separación por un cierto tiempo”.
- Ignorancia: “Hay gran cantidad de personas, probablemente la mayoría, que no saben nada de Jesucristo. Me ocupo de esto una y otra vez. Por eso estamos convencidos de que también en el más allá las personas tienen la posibilidad de conocer a Jesucristo, pueden acercarse a Él y pueden alcanzar la salvación con Él”.
“La regla es: En ningún otro hay salvación”, afirmó el Apóstol Mayor Schneider, “pero la salvación no puede ser transmitida únicamente en la tierra, también en el más allá, también en el milenario reino de paz. Esta es nuestra fe en su plan de salvación”.