En la Biblia, hay personas que dan testimonio de la revelación de Dios. Por supuesto, están inspiradas por el Espíritu Santo, pero también están influidas por los conocimientos y la cultura de aquella época. Y esto tiene consecuencias para el lector, especialmente hoy. El Apóstol Mayor brinda orientación al respecto.
El ser humano no puede conocer a Dios por sí mismo, recordó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider al comienzo de la última asamblea de Apóstoles de Distrito. “Solo podemos saber de Dios lo que Él nos revela”, explicó durante la tradicional parte espiritual. Esta revelación se produce paso a paso:
- Primero Dios se dio a conocer como Creador y
- luego como Señor en la historia de Israel.
- La encarnación de Dios en Jesucristo superó todo lo anterior.
- El envío del Espíritu Santo trajo nuevos conocimientos.
- En el retorno de Cristo, Dios se revelará de manera perfecta.
¿Y la Biblia? También aquí Dios se revela “de forma progresiva”.
Un filtro con consecuencias
“Las revelaciones de Dios están atestiguadas en las Sagradas Escrituras por personas que fueron inspiradas por el Espíritu Santo”, dijo el dirigente de la Iglesia. Pero, “los autores de los libros bíblicos utilizaron su lenguaje y sus conocimientos para reproducir lo que el Espíritu Santo les reveló”.
El filtro humano tiene consecuencias: “Solo con la ayuda del Espíritu Santo, el lector de la Biblia puede reconocer la voluntad divina en los textos escritos por seres humanos. Los Apóstoles en particular, guiados por el Espíritu Santo, tienen la tarea de interpretar las Sagradas Escrituras de manera vinculante para la fe, para reconocer y revelar la voluntad divina en ellas”. Al fin y al cabo, los Apóstoles son los “administradores de los misterios de Dios” (1 Corintios 4:1).
¿El que castiga o el que ama?
El Apóstol Mayor lo puso inmediatamente en práctica en la pregunta de cómo ven y entienden a Dios cada uno de los dos Testamentos:
- “El Antiguo Testamento es una colección de escritos sagrados de autores judíos. La forma en que describen a Dios refleja el entorno cultural y religioso de su tiempo. A menudo atribuyen a Dios características humanas: Dios está ofendido, está herido en su honor y en su dignidad. Está enojado y castiga”.
- El Nuevo Testamento es muy diferente: “Jesucristo revela a la humanidad la verdadera naturaleza de Dios. Habla de un Dios de amor que no quiere castigar al pecador, sino que lo quiere salvar. La desgracia que acontece a los seres humanos no es un castigo impuesto por Dios, sino una consecuencia del dominio del mal”.
Entonces, ¿sigue siendo válido el Antiguo Testamento?
Lo viejo a la luz de lo nuevo
El Apóstol Mayor tiene una respuesta clara a esta pregunta: “Jesucristo interpretó las Sagradas Escrituras, especialmente los cinco libros de Moisés, los libros proféticos y los Salmos, en función de su persona y su obrar. De esto concluimos que debemos interpretar el Antiguo Testamento a partir del Hijo de Dios”.
Y el Catecismo dice: “El significado que tienen para la fe y la doctrina, los enunciados de cada libro del Antiguo Testamento o de los escritos tardíos del Antiguo Testamento, queda determinado por la concordancia de su contenido con aquello que enseña el Evangelio” (Catecismo INA 1.2.5.2).
Caída en el pecado y diluvio
Ejemplo número uno, la caída en el pecado: “Jesucristo dice explícitamente que Dios no quiere castigar al pecador”. Por lo tanto, el sufrimiento a causa del trabajo, al dar a luz y al estar dominado por otro (Génesis 3:14-19) no debe entenderse como un castigo querido por Dios. “A la luz de las enseñanzas de Jesús y bajo la guía del Espíritu Santo, consideramos que Dios solo anuncia a Adán y Eva las consecuencias de su caída en el pecado”. Y “el mensaje que se desprende de este relato es que Dios siguió amando al hombre después de su conducta equivocada y le prometió el envío de un Salvador”.
Ejemplo número dos, el diluvio: ¿Cómo podría Dios, que es omnisciente, “descubrir” la maldad de los seres humanos recién posteriormente (Génesis 6:5)? ¿Cómo podría el diluvio eliminar el pecado si, con Noé, volverían a sobrevivir personas que eran pecadoras por naturaleza? “El Espíritu Santo nos guía para ver la historia del diluvio desde la perspectiva de la liberación, no del castigo. Pues Dios le da la oportunidad a Noé de salvarse mediante la obediencia a Dios”, dice el Apóstol Mayor refiriéndose a 1 Pedro 3:18-22. Allí habla de almas que “fueron salvadas por agua. El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva”.
Conclusión intermedia: “En el Antiguo Testamento, la salvación estaba condicionada a la obediencia, entendida como la estricta observancia de la ley”. Jesucristo, por su parte, nos ha revelado lo que es la verdadera obediencia. “Dios quiere que creamos en Jesucristo y que amemos a Dios y al prójimo”. Sin embargo, ¿cómo debe leerse el Nuevo Testamento? Este es el tema de un segundo artículo previsto para mañana.
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