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Limpieza profunda en el templo del corazón

mayo 23, 2016

Autor: Andreas Rother

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¿Hacer negocios con Dios? ¿Degradar la Iglesia al nivel de un prestador de servicios? ¿Tomarse a sí mismo como la medida de todas las cosas? ¿Quién pude hacer algo así? Esto pasa más rápido de lo que uno piensa. Un Servicio Divino del Apóstol Mayor ayuda a abrir bien los ojos.

La purificación de templo estuvo en el centro del Servicio Divino del 20 de marzo de 2016 en Kimberley (Sudáfrica). Más de 4.400 participantes estuvieron in situ en el Centro de Convenciones Mittah Seperepere. Hubo conectadas a la transmisión por video más de 1.450 estaciones. La base de la prédica fue el texto bíblico: “Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Marcos 11:17).

El concepto “templo” tiene tres significados, explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider: el lugar de encuentro con Dios, la Iglesia y la comunidad como comunión de los fieles, así como cada uno como creyente. “Ahora es importante saber cómo quiere Jesús tener este templo”.

Por amor, no por miedo

“Con Dios no se hacen negocios”, se refirió a cuando Jesús echó fuera a los que vendían y compraban y a los cambistas del templo. Hacer negocios se caracteriza por la actitud de “yo te doy algo, tú me das algo”. Pero “nuestra relación con Dios se basa en el amor, no en algún tipo de interés”.

El Apóstol Mayor explicó la “cueva de ladrones” mencionada en el texto bíblico como el escondite de los malhechores que buscan escapar de su castigo. “Cuando vamos al Servicio Divino es porque queremos crecer en la naturaleza de Jesús”, acentuó. “No es por tradición o porque pensamos que Dios me castigará si no voy al Servicio Divino”.

¿Acortar el camino por la vida?

La ubicación del templo de Jerusalén hizo que algunas personas usaran sus instalaciones para acortar el camino cuando debían transportar pesadas cargas. Un efecto similar también existe hoy: “Cuando uno ve a la Iglesia o la comunidad ante todo como una instancia social, espera de ella apoyo y ayuda para la vida, para el día a día, para que la vida sea más fácil”.

“Pero nosotros no lo entendemos así”, deja claro el Presidente de la Iglesia: “Somos conscientes de que en la Iglesia, en la comunidad cumplimos una misión. Cada hijo de Dios ha sido llamado para servir a Dios con alabanza, anunciando sus obras, su gracia, su amor”.

Una casa de oración…

El texto bíblico exhorta a cada creyente y a cada comunidad a ser una casa de oración. Las oraciones deben caracterizarse por:

  • Humildad: “Vengamos a nuestro Padre celestial como niños, con una actitud infantil: ¡Mi Padre puede todo!”.
  • Confianza: “Digamos todo al Padre celestial, nuestras debilidades, nuestras desilusiones, nuestros enojos, nuestros pecados, nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestras alegrías, sencillamente todo”.
  • Fe: “Le da peso a nuestras oraciones”.
  • Constancia: “Tener paciencia y no renunciar, no aflojar en la oración, esto lleva a tener éxito”.

… para todas las naciones

La casa de oración está destinada a todas las naciones, dijo el Apóstol Mayor Schneider. La redención es ofrecida a todos los hombres y esto también significa: “Mi prójimo no necesita ser igual que yo para que Dios lo ame así como Él me ama a mí”.

“Esto forma parte de los conocimientos básicos en el pueblo de Dios”, destacó: “Todos somos diferentes, venimos de regiones diferentes, de círculos culturales diferentes, tenemos tradiciones diferentes y conformamos una casa de oración para todas las naciones. Para los débiles y los fuertes, para los pobres y los ricos, y todo lo que uno pueda imaginarse”.

“Jesús desea que seamos uno en la oración”, concluyó: “Lo somos cuando nos concentramos en lo esencial: en nuestra redención ¡y en la redención de nuestro prójimo!”.

mayo 23, 2016

Autor: Andreas Rother

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