Los cristianos tienen un tesoro que hay que preservar –y compartir. El Apóstol Mayor pone bajo la lupa algunas joyas y devela por qué estas a veces son difíciles de reconocer.
Unos 1.700 concurrentes tuvo el Servicio Divino del 11 de septiembre de 2016 en Innsbruck (Austria). Fue la gran final de la Jornada de juventud, para la que también vinieron hermanos y hermanas del este de Suiza, de España, Italia, República Checa, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria.
Oculto en lo imperfecto
«Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros». Este texto bíblico de 2 Corintios 4:7 fue tomado por el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider como el punto central de su prédica. Este tesoro es el Evangelio de Jesucristo. «Este mensaje renueva. Y por este mensaje puedo entrar en la gloria de Dios».
Este mensaje no siempre puede reconocerse fácilmente. Pues los creyentes llevan este tesoro en vasos de barro, en vasijas de arcilla: «Somos personas débiles, imperfectas. Hay muchas personas que se presentan en forma muy diferente. Nosotros tampoco somos siempre exitosos». Pero: «No depende de eso. Lo importante es el mensaje del Evangelio».
Las joyas bajo la lupa
El Apóstol Mayor puso a la vista cinco joyas del tesoro del Evangelio:
- Jesús es la verdad: «El tesoro del Evangelio consiste en que tenemos la seguridad de que lo que dice Jesucristo sera válido eternamente. Nada cambia en lo que dice. Podemos confiar en ello».
- Jesús es el amor: «¿No es un tesoro valioso saber que cada ser humano tiene al menos a alguien que lo ama profundamente así como es? ¡Ese es Jesucristo!».
- Jesús es la gracia: «Jesús concede a cada ser humano hasta el juicio final la posibilidad de cambiar y decidirse por el bien. Jesús nunca renuncia. Todos tienen una chance».
- Jesús es el Vencedor: «Por más grande que sea el poder del mal, al final vence la bondad, el bien, al final vence el amor. Tampoco la muerte cambia este hecho, pues tampoco en la muerte se termina el amor de Jesús».
- Jesús es el Novio: «El que vendrá pronto y nos llevará consigo para incorporarnos en la eterna comunión con Dios».
«Si nos ocupamos de esto, notaremos: Yo necesito este tesoro». Otras personas también lo necesitan: «¿Qué mundo es este donde no se sabe que hay alguien que ama a cada ser humano?». Por eso: «Ocupémonos de que el Evangelio, este tesoro, no se pierda. Debemos ocuparnos de preservarlo en el corazón y también difundirlo».
Para eso nadie es demasiado pequeño ni demasiado débil. «La verdad divina siempre es cierta. Y aunque ninguna persona creyese más en ella, la verdad divina aún sería la verdad y sería válida eternamente. En esto quedamos firmes, aunque en el momento no veamos éxito alguno».
Del corazón a las obras
«Sigamos a Jesús y a su ejemplo. Así conformamos nuestra vida», dijo el Apóstol Mayor Schneider. «Existen muchos caminos y formas de cómo tratar al prójimo. Pero cuando llevamos este tesoro en el corazón, queremos transitar siempre con nuestro prójimo el camino del amor y la gracia».
«Naturalmente aspiramos tener bienestar en nuestra vida material, pero tenemos una meta aún más elevada». Así fue la conclusión: «Eso lo puedes alcanzar porque Jesucristo está contigo. Él te da las fuerzas para llegar a ser un hombre nuevo como Jesucristo y te brinda la posibilidad de entrar en la comunión con Dios».