Había sido elegido como el próximo Apóstol Mayor y, sin embargo, fue excluido de la Iglesia. Hoy se cumplen 75 años desde que el Apóstol de Distrito Peter Kuhlen fue instituido como el ayudante y sucesor en ese ministerio. Una ocasión para recordar. Pero, ¿qué exactamente? Una reflexión personal.
1° de agosto de 1948, Bielefeld, Alemania. El Apóstol Mayor Johann Gottfried Bischoff se acerca al altar con un anuncio que sorprende a muchos. “Como se sabe, ya no soy joven”, dice el dirigente de la Iglesia de 77 años: “Los Apóstoles me hablaron de ello hace algún tiempo y propusieron al Apóstol Kuhlen como mi futuro sucesor”.
La asamblea de Apóstoles ya había votado sobre la sucesión en una votación secreta el 21 de mayo de 1948 en Fráncfort. También los Apóstoles de ultramar habían dado su consentimiento. “Mientras yo esté aquí y pueda trabajar, él será mi ayudante”, así describió el Apóstol Mayor el papel de Kuhlen. “Pero en el momento en el que yo sea llamado por el Señor debido a una enfermedad u otro motivo, él ocupará mi lugar sin más”.
División por el “mensaje”
Dos años más tarde, el Ayudante Apóstol Mayor renunció. A partir del 25 de noviembre de 1950 volvió a estar activo exclusivamente como Apóstol de Distrito para Renania. El 23 de enero de 1955 fue relevado de ese ministerio y al mismo tiempo excluido de la Iglesia Nueva Apostólica.
El motivo fue una diferencia de opinión respecto al llamado “mensaje”: el anuncio del Apóstol Mayor Bischoff de que el retorno de Cristo tendría lugar durante su vida. Junto con otros dos Apóstoles excluidos, Peter Kuhlen fundó la actual “Comunidad Apostólica”.
Acusaciones, sospechas, injurias
Hasta aquí los hechos escuetos. Y ahora se pueden encontrar muchas interpretaciones. Por ejemplo, cómo se exageran las creencias personales a modo de dogma. O cómo se destrozan los intentos de colegialidad por la estricta insistencia jerárquica. O cómo la lucha por la soberanía interpretativa lleva a la escalada y al distanciamiento.
Todos estos aspectos cuentan historias de lucha y conflicto. Y eso es lo peor de toda la historia: la polarización y la formación de partidos llevaron a acusaciones, sospechas e injurias. Se abrieron brechas que atravesaron familias y comunidades. En el período posterior, las declaraciones polémicas y la difamación por ambas partes ahondaron aún más las desavenencias entre las dos Iglesias.
Confesión de culpa, perdón, reconciliación
Sin embargo, también hay otras historias que contar: Por ejemplo, sobre personas que se tendieron la mano por encima de todas las desavenencias y sobre amistades que fueron más fuertes que cualquier espíritu de división, por ejemplo, entre el Apóstol de Distrito Hermann Engelauf y Werner Kuhlen, el hijo del antiguo Ayudante Apóstol Mayor. Entonces echó raíces la tierna semilla de un proceso de reconciliación, que más tarde estuvo a punto de fracasar.
Una reevaluación histórica fracasó en 2007 porque se proponía asignar culpas en lugar de confesarlas. Sin embargo: “La reconciliación se produce cuando se confiesa la culpa y se busca el perdón”, subraya la “Declaración de Reconciliación entre la Comunidad Apostólica y la Iglesia Nueva Apostólica”, firmada en 2014. “Esta declaración sirve a este propósito”.
En ella, ambas Iglesias lamentan “la mala conducta de los dirigentes y los miembros de la Iglesia”, así como “las tensiones que surgieron entre las comunidades y sus miembros en el período posterior a la separación”. Y la Iglesia Nueva Apostólica “se disculpa expresamente” por las exclusiones de la Iglesia y sus consecuencias.
Una elección personal
Sí, hoy es un día de recuerdo. ¿Qué imagen viene ahora a la mente? ¿La foto en blanco y negro del Apóstol de Distrito Kuhlen caminando detrás del Apóstol Mayor y su hijo a una clara distancia? ¿O la colorida instantánea de su hijo Werner Kuhlen radiante de alegría mientras abraza a uno de los participantes en la ceremonia que tuvo lugar para la firma de la Declaración de Reconciliación?
El recuerdo es libre. Algunos tendrán los ojos puestos hoy en el estado de la reconciliación, otros se fijarán en el estado de la disputa. Y luego están los que quieren repetir el error de 2007 y sacar a relucir viejas recriminaciones. Sea cual sea el día conmemorativo elegido, la elección dice más de la persona en cuestión que del estado en el que se encuentra hoy el tema, 75 años después.