Lo que no sabes, apréndelo de los demás
Tener cerca a alguien con experiencia a veces vale su peso en oro. Se pueden aprovechar los conocimientos de otros y uno no tiene que arriesgarse intentándolo uno mismo, a menudo infructuosamente. Esto se llama hoy en día “coaching”. También en la fe es posible el coaching.
¿Se puede clavar un clavo en un muro de hormigón? “No me lo puedo imaginar” no significa que algo sea imposible. Esta frase que se oye a menudo solo describe el hecho de que los seres humanos tienen una visión limitada. Ninguno de nosotros puede ver a la vuelta de la esquina. Y cuando se trata de la fe en Jesucristo, en la vida eterna o en la resurrección, nuestras ideas puramente racionales hacen un aterrizaje forzoso. Lo que el hombre no ha experimentado por sí mismo queda fuera de su entendimiento. Y la “fórmula” según la cual la fe es una “certeza” y una “convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1) no solo suena complicada, sino que lo es. La fe siempre es refutada. Por eso es bueno aprovechar las experiencias de los demás y adoptar horizontes de conocimiento que otros han descubierto.
Así que no es casualidad que el tema de las prédicas del mes de octubre se llame “Experiencias en la fe”. Durante tres domingos, las comunidades serán introducidas en una serie de experiencias bíblicas, cada una de las cuales, por separado y en conjunto, proporcionará valores ejemplares. ¡Estos, por supuesto, requieren ser puestos en práctica!
Experiencia #1: ¡No te dejes apartar de Dios!
¡Cuántas veces informa la Escritura que el hombre no debe huir de su Dios! Y, sin embargo, lo hace una y otra vez, especialmente en los tiempos malos. Pero la experiencia enseña que los que se mantienen cerca de Dios están mejor. Porque Dios es ayuda, esperanza y sobre todo vida.
En su tiempo, Jesús predijo a sus discípulos que serían esparcidos. Y efectivamente fue así: se recluyeron, lo abandonaron y lo negaron cuando las cosas se pusieron difíciles. Cuando fue arrestado, se dieron a la fuga, Pedro supuestamente no lo conoció y los discípulos de Emaús abandonaron Jerusalén. Conclusión para nosotros, los cristianos de hoy: Incluso en tiempos en los que se nos quiere esparcir, permanezcamos con el Señor. Él quiere salvarnos. Esto merece una experiencia de aprendizaje.
Experiencia #2: ¡Lo que tienes, compártelo con los demás!
“Enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino”, dice en forma lapidaria Mateo 15:32. El versículo describe una escena del Sermón del Monte y es una expresión del desvelo divino por los seres humanos. Jesús tuvo compasión, reconoció la necesidad de la comunidad que lo estaba escuchando y por eso alimentó a miles de personas. Enseñó a sus discípulos a orar por el pan de cada día, pero no por instinto de conservación egoísta, sino como un descubrimiento para poder ayudar al prójimo que lo necesita.
Seguir el ejemplo de Jesús es, pues, una virtud cristiana: agradecer lo que Dios me da y, al mismo tiempo, reconocer la posibilidad de ayudar a los demás. El cristiano creyente no debe pasar por alto la pobreza y la necesidad de su prójimo. Por el contrario, las buenas obras dan testimonio de la fe, permiten reconocerla y anuncian el Evangelio con hechos.
Experiencia #3: ¡Oye a tu conciencia!
Pablo fue acusado por el consejo judío de ancianos y llevado ante el gobernador romano Félix. Una historia apasionante. Los cargos fueron promoción de sediciones y profanación del templo. Pero Pablo se defendió y refutó todos los puntos de la acusación subrayando que actuó basándose en la ley y los profetas. Para él era una cuestión de conciencia seguir a su Señor Jesucristo, aunque su propia vida se viese amenazada.
A nosotros, los cristianos de hoy, también nos recuerda la voz de nuestra conciencia que debemos actuar con verdad y rectitud. El ser humano siempre lo ha sabido: ¡no es bueno actuar contra la propia conciencia! Nuestra voz interior nos dice lo que es bueno y lo que es malo, lo correcto y lo incorrecto. Estas experiencias no son de carácter teórico, sino que se han vivido a menudo. Y de todas las personalidades fallecidas que han conquistado a la humanidad con corazón y magnanimidad, recordamos con más cariño a quienes actuaron según su conciencia. “Todos los hombres llevan en su interior la convicción de lo que Dios quiere; todos poseen tal conciencia”, dice el Catecismo nuevoapostólico. La conciencia es “un don que el hombre ha recibido de Dios”. Cuando la razón y la fe determinan la conciencia, “esto ayuda al hombre a obrar sabiamente” (Catecismo INA 4.2.1.3).
Por cierto, la respuesta a la pregunta planteada al principio, si se puede clavar un clavo en un muro de hormigón, es: Sí, depende del clavo.
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