Juan el Bautista preparó la llegada del Mesías. La comunidad hoy prepara el retorno de Cristo. Dos enunciados centrales de la prédica del Apóstol Mayor en Fellbach. Además, mencionó cómo hacerlo.
Fellbach (Alemania del Sur), 8 de diciembre de 2019: El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebra junto a una gran comunidad el Servicio Divino del 2º Adviento. En el centro de su prédica está Juan el Bautista, una personalidad especial en el plan divino de salvación, como él dice. El texto bíblico utilizado para la prédica dice: «Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo» (Juan 1:15).
Referirse al Señor, no a uno mismo
Juan fue enviado por Dios como el precursor. Tenía que anunciar la venida del Mesías. Tenía que allanarle, prepararle el camino al Señor. «Y luego cuando se presentó Jesús, Juan confirmó: ¡Este es, este es el Mesías! Él es mucho más grande. Yo no soy digno de desatar la correa de su calzado. Él es el importante, yo soy solo un ayudante, solo la voz que lo anuncia».
En términos de la comunidad de hoy, el Apóstol Mayor establece: «El Señor Jesús quiere venir también con nosotros. Él espera de nosotros, de cada uno de nosotros, que le preparemos el camino. En cada Servicio Divino, el Señor quiere tener un encuentro con nosotros. Quiere entrar en nuestro corazón».
Los Servicios Divinos requieren ser preparados
¿Pero cómo se puede lograr esto en la actualidad? La advertencia del Apóstol Mayor: «Vivimos en una época frenética. Cada uno de nosotros tiene muchísimas cosas para hacer. Muchos de nosotros con frecuencia estamos sometidos a la presión del tiempo. Entonces existe el peligro de que el Servicio Divino sea solo una actividad entre muchas otras. Esto es, a mi entender, un gran peligro».
- Uno lee un libro, escucha una conversación, mira una película y en pocos minutos tiene que pasar algo en ellos, uno tiene que sentir emociones. Si no sucede, se apaga el televisor, se cierra el libro. Uno se aburre. «El peligro es que entonces –porque uno está así acostumbrado– el encuentro con Jesucristo ya no se materialice. Uno queda en lo superficial y el Servicio Divino no tiene efectos perdurables».
- Para que este encuentro con el Señor se produzca, nos debemos preparar para él. Juan el Bautista explicaba a la gente quién era el que vendría. Les decía que el que vendría sería mucho más grande, más sublime y poderoso que él mismo. «¿Quién viene a mí ahora en el Servicio Divino? El Señor Jesucristo, el Hijo de Dios que adoptó la condición de hombre. Él es tan grande, yo soy tan pequeño. Entonces ahora no puedo venir con mis reclamaciones y hacer valer mis derechos y exigir algo a Dios. Su palabra tiene mucho más valor que la mía. Y como Él es el Rey todopoderoso, define las reglas de juego. Jesucristo obra y actúa como Él quiere y no como nosotros queremos».
Los Servicios Divinos son parte de un proceso
Cada Servicio Divino, expresó el Director de la Iglesia, es parte de un proceso de maduración: «A veces cometemos el error de considerar un Servicio Divino aisladamente, como un caso único. Uno fue bueno, el otro no, este fue muy divertido y el otro nada especial. Es bueno si somos conscientes de que cada Servicio Divino es parte de un proceso. Cada Servicio Divino en realidad es solo un paso, una etapa, una parte de un proceso». En cada uno se aprende a ser así como era Jesucristo. El Director de la Iglesia también menciona ejemplos de ello. La relación de Jesucristo con su Padre se caracterizó por su plena confianza y su verdadero amor: «Hermanos, esta es nuestra preparación. Trabajemos en tener una relación así con Dios: Confianza plena y amor verdadero a Dios, pase lo que pase, estemos donde estemos».
Llamado para servir al prójimo
Otro paralelismo con Juan el Bautista llama la atención del Apóstol Mayor. «Fue enviado para servir al Señor. Debía anunciar y confirmar su llegada, que Jesús era el Mesías que vendría». Nosotros también hemos sido llamados para servir a Dios y al prójimo. «Debemos anunciar que Jesucristo es el Hijo de Dios. Debemos confirmar que Él está obrando. Y debemos allanar el camino al prójimo para que él también pueda venir a Jesucristo. Esta es nuestra misión, una parte de nuestro servicio».
¡Jesús me ama!
Aquí es de mucha ayuda ver nuestra propia vida, el futuro a la luz del Evangelio, opina el Apóstol Mayor. «Y si hablamos de nuestra vida, siempre debería manifestarse que Jesucristo está presente en ella. Tenemos la certeza de ser amados. Jesús me ama, Jesús se ocupa de mí, Jesús me protege, Jesús me prepara. No tengo temor, si me va mal nunca me desespero. También veo mi futuro a la luz de Jesucristo y sé adonde va el viaje. Sé cómo sigue. Sé lo que Dios se propone conmigo. ¡No tengo temor!».