Fue un acto simbólico que ni siquiera los discípulos entendieron. Y su mensaje llega hasta nuestros días: el lavado de pies, explicado en un Servicio Divino con el Apóstol Mayor.
Jesús estaba en camino a Jerusalén: “En el Evangelio de Juan dice que Él sabía exactamente lo que iba a suceder”, dijo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 30 de marzo de 2025 en Buenos Aires. “Y Jesús sabía que Dios lo había puesto todo en sus manos”. Por lo tanto, la salvación de los seres humanos dependía de su comportamiento, pero Él podía contar con la ayuda de Dios.
“Nosotros también sabemos adónde vamos”: a la comunión eterna con Dios. Ahora se trata de nuestra salvación personal: “Nosotros sabemos que todo depende de nosotros mismos. Tu salvación depende de tu propia voluntad, de ninguna otra cosa”. Y “quien quiera ser redimido debe seguir el camino que Jesucristo nos ha mostrado”, dijo el dirigente de la Iglesia refiriéndose a la palabra bíblica del Servicio Divino.
Un acto, muchos mensajes
“Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”, describe Juan 13:5 cómo Jesús asumió el trabajo de un esclavo. “Jesús quería describir así su misión”, señaló el Apóstol Mayor, enumerando tres mensajes:
- El Hijo de Dios no vino para ser servido, sino para servir.
- Su servicio tiene como objeto permitir a los seres humanos acceder a la comunión con Dios, simbolizada a menudo por una comida festiva.
- La preparación consiste en limpiarlos de sus pecados y santificarlos.
Pedro y Judas reaccionaron de diferentes maneras con resultados distintos.
Fe y confianza
Al principio, Pedro se indignó y luego cayó en el extremo opuesto. También quería que le lavara la cabeza y las manos, lo que Jesús rechazó. “¿Qué significa esto para nosotros?”, preguntó el Apóstol Mayor y dio dos respuestas:
- Cristo decide lo que es necesario para la salvación. “Tú debes creer en Jesús. Debes renacer por agua y Espíritu. Debes recibir la Santa Cena. Y debes permanecer fiel hasta el final”.
- “Hay que respetar eso. No importa si lo entiendes o no, si estás de acuerdo o no. Es el único camino que se puede seguir y la única posibilidad de ser redimido”.
Estar presente no lo es todo
Jesús lavó los pies de Judas como a todos los demás. Sin embargo, él no quedó limpio, porque su corazón no estaba bien dispuesto. El dirigente de la Iglesia lo explicó así:
- “Para nosotros esto significa que no basta con asistir al Servicio Divino y recibir los Sacramentos para ser salvos. Nuestra salvación depende de nuestra voluntad y de nuestras acciones”.
- “Jesús nos enseñó que todos los que sean salvos obtendrán la misma vida eterna. Pero Jesús nunca dijo que todos serán salvos”.
Al servicio del bien
Jesús le dijo a Pedro “lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora”, pero también le dijo que llegaría el momento en que sí lo podría entender. “Esta es una frase muy conocida de Jesucristo, pero se aplica a todos nosotros. A menudo no entendemos lo que hace Jesús. Y Él nos dice: ‘Un día lo entenderéis. Pero mientras tanto, confiad en mí’”.
Jesús dio un ejemplo que los creyentes deben seguir, explicó el Apóstol Mayor:
- “Lavarse los pies los unos a los otros no significa otra cosa que ayudar al otro a ser redimido. No como un mandante que instruye a los demás, les dice lo que hacen mal y lo que deben hacer. No, como un siervo humilde”.
- Jesús no rechazó a Judas, sino que Judas abandonó a Jesús. “Jesús no castigará a los pecadores. No es Dios, sino ellos mismos quienes han decidido no entrar en el reino de Dios”.
- “El lavado de pies tiene que ver, en todo caso, con el perdón”. Pero: “Si perdono a mi prójimo, no es porque él necesite mi perdón. Lo hago porque quiero comportarme como Jesús, y Él perdona, así que yo también perdono”.
La conclusión del Apóstol Mayor Schneider: “Jesús nos limpia para darnos acceso a su reino. No siempre entendemos su obrar, pero confiamos en Él. Seguimos el ejemplo de Cristo haciendo el bien a los demás y perdonándolos”.





