El agua es la vida. Y el Bautismo es nueva vida. ¿Pero cuánta agua necesita el Bautismo? ¿Y cómo se debe dispensar? Los teólogos tienen tres respuestas. Y los arqueólogos una cuarta. ¿Hay una de ellas que sea la correcta?
El Bautismo de Cristo: Durante siglos, los artistas tuvieron problemas para hacerse una idea de cómo fue. A veces Jesús está de pie con el agua hasta la cadera, otras veces se lo ve caminando con los pies secos. No es de extrañar, porque los pintores no tienen un modelo.
El Nuevo Testamento no dice nada sobre cómo fue exactamente el Bautismo original. Ni en los Evangelios, ni en los Hechos de los Apóstoles, ni en las epístolas está descripto el rito y menos aún se halla esquematizado el momento de su institución tan concretamente como, por ejemplo, ocurre con la Santa Cena.
Textualmente sobre la inmersión
Hay mucho que sugiere que las primeras comunidades bautizaban por inmersión. Ante todo, el término usado en el Nuevo Testamento para el “Bautismo” es la mejor prueba. El término “baptisma” creado por los mismos cristianos se remonta al griego de uso popular “baptō”, que significa sumergir, al menos en la mayoría de los casos.
Pero este término no describe el desarrollo del acto más allá de toda duda. Lo demuestran los análisis lingüísticos detallados del término y su contexto en la Sagrada Escritura. Además, está el hecho de que muchas veces hubiera sido muy difícil sumergirse: en la cárcel, en zonas con poca agua o en Bautismos masivos de 3.000 o 5.000 personas.
Hay alternativas posibles
Una segunda variante está documentada, a más tardar, en la madre de todas las órdenes de la Iglesia. Cuando no es posible el Bautismo con agua viva o corriente, el agua debe ser vertida tres veces sobre la cabeza del que es bautizado (infusión). Esto es lo que prescribe el séptimo capítulo de la “Didaché”, que surgió en el siglo I.
El primer documento oficial de discusión sobre el Bautismo, de alrededor del año 200, pone en juego otra forma. En su tratado “De Baptismo”, Tertuliano menciona, además de la inmersión (“per immersionem”) y la infusión (“per infusionem”), la aspersión (“per aspersionem”).
Lo que encontraron los arqueólogos
¿Y cuál de las tres formas es la históricamente correcta del Bautismo? Probablemente ninguna de ellas, sino una cuarta forma mixta: la persona que es bautizada está de pie hasta las rodillas en el agua, mientras que se vierte agua sobre su cabeza.
Los arqueólogos llegan cada vez más a este punto de vista, ya que es la mejor manera de explicar las dimensiones de los baños bautismales, que se pueden encontrar junto a las primeras iglesias cristianas. Y así lo demuestran varias representaciones: por ejemplo, en una catacumba romana del siglo III, en la lápida de una niña del año 400 o en fragmentos de vidrio de una antigua casa romana (siglo IV/V).
Cada forma con un propósito
¿Así que está mal todo lo que hacen al respecto las Iglesias? No, porque tanto bíblica como teológicamente las tres formas tradicionales tienen sus buenas razones, muy similares al Bautismo de niños:
- Inmersión: El Nuevo Testamento suele usar “baptizō” para el “Bautismo”: la versión mortal de sumergirse, ya que alude a ahogarse. Esto enfatiza el significado del Bautismo como el fin de la vieja vida pecaminosa y el comienzo de la nueva vida en Cristo (Romanos, Colosenses). Las Iglesias Ortodoxas, los bautistas y las Iglesias Pentecostales, en particular, practican la inmersión.
- Infusión (derramamiento): Esta forma se refiere a un concepto lucano del Bautismo de los Hechos de los Apóstoles, que ve su arquetipo en el derramamiento del Espíritu Santo. El carácter purificador del acto enfatiza el significado del Bautismo como el lavado del pecado original. El derramamiento domina en las Iglesias Católica, Evangélica y Anglicana.
- Aspersión: La Biblia de los primeros cristianos era la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento. La palabra “bautizar” sustituye aquí a “asperjar o esparcir”, por ejemplo en Ezequiel, donde se habla de limpieza y renovación. Esta forma incluye también la práctica de la Iglesia Nueva Apostólica de humedecer con agua la frente del que es bautizado dibujando sobre ella tres cruces. Pero aquí también se aplica la indicación litúrgica: “Es importante tener en cuenta que se use suficiente agua”.
La mayoría de las denominaciones están de acuerdo en que la cantidad de agua que se utiliza en el Bautismo es secundaria. Sin embargo, lo decisivo para el rito formalmente correcto es lo que el propio Jesucristo prescribió claramente: “Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).
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