Los Sacramentos (15): El Bautismo en peregrinación
Claro, el Bautismo pertenece a la Iglesia, ¿o no? No necesariamente, pues pasó buena parte de su historia frente a sus puertas o en otro lugar. El largo viaje del Bautismo a la Iglesia… ¡y de nuevo afuera y de nuevo adentro!
Primero el bautizado y el bautista entraban juntos al agua. Y el agua estaba en la naturaleza, lejos de cualquier lugar de reunión. Nos lo dicen los Hechos de los Apóstoles, por ejemplo. Durante los dos o tres primeros siglos, los cristianos bautizaban en ríos y estanques, o bien ocasionalmente en las casas.
Frente a la puerta de la iglesia
En el siglo IV, cuando el cristianismo se convirtió en religión estatal, comenzó su camino en dirección a la Iglesia. Especialmente en las sedes de los Obispos, se construyeron en el lado oeste delante de las iglesias edificios bautismales separados, llamados “baptisterios”.
- “Sede del Obispo”, porque inmediatamente después del Bautismo tenía lugar una confirmación (“confirmatio”), que solo el Obispo podía administrar. Más tarde esto se convirtió en Sacramentos como la Confirmación y el Santo Sellamiento.
- En el lado “oeste” como punto de partida en el camino a la salvación, que se encontraba en el este.
- “Edificios separados”, porque a los candidatos al Bautismo solo se les permitía entrar al salón del Servicio Divino después de un tiempo de preparación (catecumenado) y del rito bautismal.
El centro de los baptisterios eran las fuentes bautismales hundidas en el suelo en forma de círculos, cruces o cuadrados hasta octógonos. Su volumen raramente era tan grande como para que un adulto pudiera sumergirse completamente. Estos edificios fueron, especialmente en su versión octogonal, el primer aporte independiente del cristianismo a la arquitectura, incluso antes de la construcción de las iglesias.
En la nave de la iglesia
El Sacramento llegó a la Iglesia cuando los candidatos necesitaban cada vez menos espacio. Desde el siglo VI en adelante, se impuso el Bautismo de niños. Ahora la fuente que estaba en el suelo se convirtió en una pila bautismal y se trasladó a la zona de entrada oeste de la iglesia.
Con el tiempo, el cuenco de agua se encogió aún más al cambiar la forma en que se manejaba el elemento. Así, la inmersión fue sustituida en gran medida por el vertido del agua, e incluso este último en algunos lugares tuvo que dar paso a la aspersión.
En el siglo XVI durante la Reforma, ya teniendo lugar dentro de la iglesia, el Bautismo tuvo que mudarse, al menos entre los protestantes. Ya no querían ver al fundamental de todos los Sacramentos dejado al margen, sino que lo colocaron en el centro de la comunidad. Así, la pila bautismal fue trasladada cerca del altar y el púlpito.
Afuera y adentro otra vez
El Bautismo tuvo que salir de la iglesia por razones opuestas: necesidad y lujo. La necesidad surgió a causa de la alta mortalidad infantil. Se intentaba bautizar a los niños lo antes posible. Así, el Bautismo de emergencia se convirtió en algo casi normal, administrado por la partera en casa o en el hospital.
Como lujo lo disfrutó la burguesía, la cual en el siglo XVII se desarrolló convirtiéndose en una clase más alta. El Bautismo llegó a ser cada vez más un asunto familiar. Se celebraba con mucho placer, pero se prefería que fuese en el círculo familiar.
En el siglo XIX, las corrientes carismáticas dentro del cristianismo, de las que también surgió la Iglesia Nueva Apostólica, dieron un nuevo significado a la vida en la comunidad. Y con ello, el Bautismo, la adopción en la comunión de los creyentes, también regresó a la Iglesia.