Los Sacramentos (35): ¿Quién puede participar de la mesa y dónde?
Participar de la mesa del Señor puede parecerse a una carrera de obstáculos: Todas las Iglesias cristianas establecen requisitos previos para recibir la Santa Cena. Cuando uno asiste a otra denominación, puede quedar atascado fácilmente.
El obstáculo número 1 tiene que ver con el agua: En casi todas las iglesias, solo los bautizados son invitados a celebrar la Santa Cena o bien la eucaristía. En algunas congregaciones evangélicas, ni siquiera es suficiente con ser bautizado de niño, sino que es necesario serlo como creyente mayor de edad. Solo en pocas denominaciones, como la Iglesia Metodista Evangélica, la Santa Cena está permitida a los no bautizados. Pero también aquí hay una condición para participar: la fe en Jesucristo.
El obstáculo número 2 es la edad: En la antigüedad, los niños recibían la Santa Cena como algo natural, más precisamente en los minutos siguientes al Bautismo. Así lo han mantenido las Iglesias Ortodoxas y también las Iglesias Católicas Orientales.
En la Iglesia Católica Romana, desde el siglo XII solo se permite la presencia de los niños en la mesa del Señor a la “edad del entendimiento”. En un principio, el límite era de unos siete años, que más tarde se elevó a entre 10 y 14, y mientras tanto ha vuelto a su forma original. La primera vez que se participa, se celebra solemnemente como Primera Comunión.
En las Iglesias de la Reforma, la participación en la Santa Cena tenía que esperar hasta la Confirmación a la edad de 12 a 16 años. Entretanto, la admisión de niños ha sido ampliamente aceptada en las Iglesias Evangélicas. En las Iglesias Reformadas esta ha sido la costumbre durante décadas. Los niños bautizados también son admitidos en la Iglesia Nueva Apostólica.
El obstáculo número 3 es la denominación, y aquí es donde las cosas se complican de verdad. Aquí intervienen las normas de dos Iglesias: la del que la dispensa y la del que la recibe.
Las Iglesias Ortodoxas son las que lo consideran en forma más estricta. Porque definen a la Iglesia como comunión de la Santa Cena. Quien celebra su Divina Liturgia se une a su Iglesia. Solo se hacen excepciones para los católicos que lo soliciten, si no tienen otras opciones. Todos los demás cristianos pueden, al menos, participar del antidoron, el pan bendito, pero no consagrado, del que se corta el pan de la Santa Cena propiamente dicho.
Las Iglesias Católicas brindan la misma hospitalidad a los cristianos ortodoxos que estos les ofrecen a ellas. A los miembros de otras confesiones se les permite asistir solo en caso de peligro de muerte u otra emergencia grave, pero solo si no pueden visitar su propia comunidad y manifiestan primero su fe en la validez del ministerio y el sacramento católicos. Los católicos tienen prohibido participar en celebraciones ajenas.
Las Iglesias Luteranas de carácter muy tradicional adoptan una visión igualmente estricta. La mayoría de las Iglesias Evangélicas, sin embargo, cultivan la hospitalidad. Están invitados todos los cristianos que también son admitidos en su propia Iglesia. No se recomienda la participación en celebraciones ajenas. Pero tales Iglesias no se consideran con derecho a prohibir esto a los creyentes.
En la Iglesia Nueva Apostólica, a todos los cristianos que han sido bautizados con agua y en el nombre del trino Dios se les concede el acceso a la Santa Cena como invitados. Sin duda, sus propios miembros pueden unirse a las celebraciones en otros lugares. Sin embargo, se les recuerda que “participando en forma continua de las celebraciones de la Santa Cena en otras Iglesias, básicamente se confiesan a su doctrina”.
Queda todavía el obstáculo número 4, los requisitos personales: Las Iglesias Ortodoxas, por ejemplo, esperan la confesión previa y la abstención de comida y bebida a partir de la medianoche de ese día. Esta sobriedad eucarística, aquí al menos de una hora, se conoce también en la Iglesia Católica Romana. Se niega el acceso a la comunión a quienes viven conscientemente en un estado de pecado grave. Esto incluye, por ejemplo, a los divorciados que se han vuelto a casar (con otra pareja).
La Iglesia Nueva Apostólica también tenía este tipo de restricciones: por ejemplo, a los creyentes que vivían en pareja sin certificado de matrimonio o en una relación homosexual no se les permitía participar en la Santa Cena. Pero el Apóstol Mayor Hans Urwyler lo suprimió en 1986. Desde entonces se aplica en la Iglesia Nueva Apostólica el principio de “responsabilidad personal”.
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