Color del sitio web:

church.today faith.today

Los Sacramentos (8): Sí o sí con agua

abril 28, 2020

Autor: Peter Johanning

Imprimir
Escúchalo

El Bautismo es tan antiguo como el Nuevo Testamento. Entre los cristianos es, a la vez, una manzana de la discordia y un elemento vinculante. Para algunos es un rito de entrada a la vida cristiana, para otros, simplemente una celebración privada. ¡Pero en realidad es más de lo que uno cree!

“Estoy bautizado”. Los cristianos deberían entender esta afirmación, aunque todavía hay una serie de preguntas que deben ser respondidas: ¿De niño? ¿Por inmersión? ¿En un Servicio Divino? ¿Trinitariamente o en Cristo? Ser bautizado “en la debida forma” es el mínimo común denominador entre las congregaciones religiosas. Esto incluye fórmula de bendición y agua.

Bautismo, ¿qué es?

Los Sacramentos son regalos de Dios a la humanidad. En el mundo moderno, esto se olvida rápidamente. No son un derecho privado o una posesión del que cree en Dios, sino una dedicación divina, un legado. Los Sacramentos son necesarios para la salvación, es decir, para la salvación, la redención y la comunión eterna con Dios, dice en la mayoría de los Catecismos de las Iglesias. Negarles este significado de salvación los degradó hasta ser considerando solo una posesión privada o a una hermosa celebración eclesiástica. Pero son más que eso: El hombre no tiene el derecho de recibir el Sacramento, sino que Dios se lo da a quien Él quiere. Él lo hace “no bajando del cielo”, sino conforme a reglas, siguiendo un orden, “en la debida forma”, como dicen las Iglesias. En la Iglesia Nueva Apostólica y otras Iglesias ministeriales esto se hace a través de portadores de ministerio espirituales.

Esto también se aplica al Bautismo con Agua. Es el primer Sacramento de la Iglesia y hace que la persona bautizada llegue a ser un cristiano. Lava el pecado original y a través del mismo, la persona es sacada del distanciamiento de Dios. El bautizado forma parte de la Iglesia de Cristo, es decir, de la comunidad que cree en Jesucristo y lo confiesa como su Señor. Por lo tanto, el Bautismo con Agua tiene un valor inmensamente alto, esto aunque esté prohibido querer comparar los Sacramentos entre sí.

Aspersión o inmersión

Como su nombre lo indica, el Bautismo tiene que ver con el agua. “Bautizar” significa originalmente “sumergir”. Las abluciones rituales o los lavacros de los cultos son tan antiguos como la humanidad. El Santo Bautismo difiere de ellos en su relevancia para la salvación, por lo que se lo llama “santo”. No es ni una parábola ni un símbolo, “sino que Dios efectivamente se dedica a realizarlo”, dice el Catecismo. Aunque las interpretaciones confesionales difieren en este punto, el mínimo común denominador es claro: “Por este acontecimiento, cambia de modo radical la relación del hombre con Dios. Todo el ser del hombre experimenta los efectos del Santo Bautismo con Agua” (Catecismo INA 8.1.3.1).

Los dos elementos fundamentales del Santo Bautismo con Agua, el agua y la fórmula de bendición trinitaria, deben ser dispensados formalmente o “de la debida forma”: “Yo te bautizo en el nombre de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. Este Bautismo con Agua realizado trinitariamente vincula a los cristianos entre sí. El contenido subyacente se dice rápidamente, pero es difícil de cumplir: “El bautizado tiene parte en la muerte de Jesucristo y en su nueva vida. Viéndolo espiritualmente, es partícipe de lo que le sucedió a Jesucristo. Así como Cristo murió en la cruz por los pecados de los hombres, el hombre debe ‘morir’ por el pecado renunciando a él” (Catecismo INA 8.1.6). La muerte de Cristo en Gólgota se convierte en la “muerte” del bautizado: finaliza la vida alejada de Dios y comienza la vida en Cristo. Pablo habla del “hombre nuevo”: el hombre viejo perece, el hombre nuevo se manifiesta.

Ahora bien, ¿la persona que es bautizada debe sumergirse? Muchas denominaciones lo hacen. Para ellas, el Bautismo es un baño de cuerpo entero. Otras lo hacen oportunamente y en días festivos especiales, de lo contrario, vierten agua sobre la cabeza del que es bautizado. Ya sea el Bautismo de un niño o el Bautismo de un creyente, ya sea sumergiendo todo el cuerpo o vertiendo agua en la cabeza: ¡lo que sí o sí forma parte de este acto es el agua y el anuncio trinitario!

El Bautismo con Agua tiene modelos

¿Cómo fue en el pasado, cómo nació este primer Sacramento de la Iglesia? Hay varios precursores, como la circuncisión en el antiguo Israel. Era el signo del pacto por el cual se pertenecía al pueblo de Israel. ¿Así que era una especie de documento de identidad, una nacionalidad por circuncisión? No, era mucho más que eso. En primer lugar, la circuncisión solo era válida para la parte masculina de la comunidad y, en segundo lugar, tenía un significado imaginario que otorgaba identidad. Era expresión de la especial adoración de Dios y el cumplimiento de su mandamiento: “Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros” (Génesis 17:11).

Existen prácticas similares en el antiguo Egipto y hasta el día de hoy en varias congregaciones islámicas.

Una palabra de autoridad apostólica

Luego vino la misión entre los gentiles. Los gentiles eran personas no judías que fueron aceptadas en la congregación cristiana con su propia cultura. Se los libró de la circuncisión después de una acalorada discusión en el círculo de los Apóstoles: «Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (Hechos 15:8-9).

El Sacramento del Bautismo ha representado desde entonces la pertenencia al nuevo pacto con Dios. Las personas de la antigüedad lo entendieron muy bien, pues conocían las historias de Noé y el arca o el paso del pueblo de Israel por el Mar Rojo. Las aguas divididas conducen desde el cautiverio a la orilla salvadora, el arca protege de la destrucción.

El discurso de Pedro en el primer Pentecostés relaciona entre sí a las dos partes del Bautismo, el de agua y el de Espíritu: «Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare» (Hechos 2:38-39).

El bautizado tiene abierto el acceso al Santo Sellamiento. Más sobre esto en nuestro próximo episodio de la serie.

Foto: Chlorophylle – stock.adobe.com

abril 28, 2020

Autor: Peter Johanning

Imprimir