¿Por qué no ayuda Dios? ¿Se ha olvidado de mí? A preguntas como éstas, Dios da una respuesta: “¡Mío eres tú!”. ¿Y cómo encaja todo esto? La clave en un Servicio Divino del Apóstol Mayor.
“Cuando uno mira la suerte de nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo, se da cuenta de la gran necesidad que hay. Y a veces surge el pensamiento: Sí, amado Dios, ¿por qué no haces algo al respecto?”. La prédica del 14 de agosto en Dornhan (Alemania del Sur) comenzó con estos pensamientos. “Y entonces uno echa mano de la Biblia y se da cuenta de que estas situaciones siempre han existido”.
“Por muy grande que sea la necesidad, el Ayudador siempre es más grande que la necesidad”, dijo el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. “Este fue precisamente el mensaje que el profeta llevó al pueblo en el exilio en ese momento», dijo refiriéndose al pasaje bíblico: “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú” (Isaías 43:1).
“Mío eres tú” ¡siempre!
En aquel entonces como ahora, el Espíritu Santo lleva a los creyentes a ver todo lo que Dios ha hecho por su pueblo, explicó el Apóstol Mayor:
- “Has sido creado por Dios. Eso no fue una coincidencia. Cada nacimiento es una decisión de Dios. Quería que existieras. Dios te quería”.
- “Antes de la fundación del mundo, Él ya nos eligió. Él sabía que esta mujer, este hombre, este niño debía venir al mundo en esta época. Será mi hijo”.
- “De vez en cuando vale la pena reflexionar sobre cómo el amado Dios guió y condujo todo hasta llegar al punto en el que tú y yo pudimos ser sellados. No es una simple coincidencia”.
- “Nos llamó en el Bautismo, en el Sellamiento, en la Confirmación. Hoy sigue llamando. Hoy seguimos siendo completamente libres. Podemos responder al llamado de Dios o no”.
- “Nos ha dado la oportunidad de entrar en el reino de Dios como primicias. Así que ha abierto la puerta. El camino ahora es libre. Nadie puede cerrar esa puerta. Solo tienes que entrar”.
Y para el futuro, Dios dice: “¡Mío eres tú!”. Y eso significa: “No importa lo que hagas. Eres mi hijo y te amo. Mío eres tú, te cuidaré. Ten confianza. No te dejaré. Me quedaré contigo”.
Permanecer como “Jacob” e “Israel”
“Lo único que tenemos que hacer es permanecer como ‘Jacob’ e ‘Israel’”, explicó el Apóstol Mayor.
Jacob había recibido una promesa: convertirse en el padre de una gran nación. “Durante un tiempo las cosas parecían muy diferentes, pero realmente muy diferentes. Jacob tuvo que creer en la promesa hasta el final”. “Dios nos prometió: ‘Tendrás la vida eterna. Mi hijo vendrá de nuevo y te llevará hacia mí’. A veces parece muy diferente. Pero permanecemos en ello. Dios lo ha prometido. Él lo llevará a cabo. Sigamos siendo como Jacob. Creemos en la promesa”.
Jacob recibió el nombre de “Israel” porque luchó con Dios: “No te dejaré, si no me bendices” (Génesis 32:26). “Se ganó literalmente la bendición de Dios. Sigamos siendo también como Israel. La bendición de Dios es lo más importante para nosotros. La bendición de Dios no significa muchos euros en la cuenta bancaria y una bonita piscina y un auto nuevo. Bendición significa: Dios te da la fuerza para quedar fiel hasta el final. Dios te da la fuerza para cumplir su voluntad. Dios te da la fuerza para permanecer hasta el final”.
“Vosotros sois mis testigos”
Dios le dice a cada uno: “¡Mío eres tú!”. Pero también le dice a todo su pueblo, como lo hizo entonces: “¡Tú eres mi pueblo! No temas”.
“Por supuesto que nos preocupa la Iglesia, nos preocupa la Obra de Redención”, admitió el Apóstol Mayor. “También vemos algunos desarrollos allí que no siempre nos gustan mucho”. Pero “siempre ha sido así. Y Dios siempre ha cuidado de su pueblo, en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento. Dios ha continuado su plan”.
«No importa la situación en la que nos encontremos, no importa cómo se vea la Iglesia a nivel mundial o nuestra comunidad”. Siempre se aplica el llamado de Dios: “Tú eres mi pueblo, recuérdalo. Te he creado, te he formado, te he redimido. Te llamo hoy, aquí y ahora: Tú serás mi testigo. Por tu comportamiento, por tu naturaleza, por tus reacciones, que se sepa: ¡Aquí está Dios! Dios está trabajando contigo, a través de ti y para ti. Vosotros sois mis testigos”.