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Mañana empieza hoy

julio 2, 2019

Author: Oliver Rütten

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Una mirada bien concentrada a nuestra propia fe y a la gran Iglesia de Cristo. En esto están enfocados los Servicios Divinos dominicales de julio. Pensamientos sobre el futuro que deben ejercer efectos sobre el hoy.

La Iglesia de Cristo es la comunión de todos los bautizados que siguen a Jesucristo y se confiesan a Él. Palabras conocidas para un cristiano. El Bautismo, el seguimiento y la confesión están antes de la comunión eterna con Dios. Lo que esto significa en detalle para cada uno y para la Iglesia, debe ser objeto de las prédicas dominicales de este mes.

Salvación y redención inclusivas, en absoluto exclusivas

Jesús quiere la salvación y redención de todos los hombres. No excluye a nadie, ni de este mundo ni del de allende. Este es el núcleo del Evangelio que proclaman los Apóstoles. Todos son convocados a ser testigos de esta salvación. «Solamente podemos cumplir esta tarea si tenemos compasión con el pecador», explica el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Nuestra función consiste en mostrar al prójimo el camino a Dios y alentarlo a andar en este camino. Pensamientos que ya antes del Servicio Divino en ayuda para los difuntos se pueden llevar muy bien a la práctica.

Servir juntos, no solos ni unos contra otros

Sin reparar en su propio bienestar ni en su propia vida y con prédicas que llegaban al corazón, así fue el servicio de los primeros Apóstoles. Los Apóstoles activos actualmente procuran realizar su servicio en la Iglesia de Cristo del mismo modo que los primeros Apóstoles. Jesús es ejemplo en servir, sentir compasión y brindar apoyo. La prédica y el ejemplo de los Apóstoles producen en las comunidades el mismo celo en la veneración a Dios, el amor al prójimo y la confesión de la fe. «Todos estos servicios son señales de que en su Iglesia se anhela fervientemente el retorno de Cristo». Pensamientos que no deben llevar a relajarse ni descansar.

Trabajo doble, no cosas a medias

«Dios nos ha elegido para que seamos un templo de Dios y colaboremos en la edificación de la Iglesia de Cristo», expresa el Apóstol Mayor Schneider. La guía para la construcción nos la da la palabra inspirada por el Espíritu, las fuerzas necesarias y el aliento de la Santa Cena. Sin embargo, no edificamos solo en el propio templo personal, sino también en la Iglesia de Cristo. Pensamientos que se vuelven muy concretos: no hablemos sobre cosas desagradables, sino sobre el amor de Dios; en la vida de la comunidad hay muchos temas, pero ninguno más importante que el retorno de Jesús; trabajar en sí mismo no significa alabarse a uno mismo, sino seguir desarrollándose continuamente.

Un futuro que empieza en el presente

«Nuestra filiación divina define nuestra vida», establece el Apóstol Mayor. Estas palabras no están entre signos de pregunta pero, no obstante, uno se lo puede plantear oportunamente como un interrogante. La filiación divina recién se hará evidente en el retorno de Cristo; se manifestará en el cuerpo de resurrección y, finalmente, en la comunión eterna con Dios. Pensamientos que alegran y alientan, pero que también hacen recordar el presente: ser obedientes a la voluntad de Dios, estar decididos a tener comunión con Jesucristo y dispuestos a vivir y obrar como Jesucristo.

Foto: Yuttana Studio – stock.adobe.com

julio 2, 2019

Author: Oliver Rütten

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