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Mandamientos de Dios: orientación para el hombre

octubre 3, 2016

Autor: Peter Johanning

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Ninguna otra compilación de leyes ha tenido una importancia tan grande en la historia cultural de la humanidad como los Diez Mandamientos de Dios. «Mandamiento» es la traducción de la palabra hebrea «instrucción». Los Diez Mandamientos son instrucciones para el camino, orientación para el hombre.

En el mes de octubre, el tema de los Servicios Divinos nuevoapostólicos gira en torno a los Diez Mandamientos y sus consecuencias para el hombre. El Decálogo (del griego: Diez palabras) es antiquísimo y al mismo tiempo, sumamente actual. Son preceptos de Dios dirigidos al hombre en forma directa. Esto no existe normalmente, ya que Dios por lo general le habla al hombre a través de sus mensajeros. Aquí es Él mismo el que habla. Contextual, teológica y éticamente cumplen aquí un inmenso rol tanto en el judaísmo como para los cristianos. Han perdurado por miles de años e influenciado la historia cultural de la humanidad. Con la venida del Hijo de Dios, las palabras de Dios adquieren de pronto un rostro humano. Este Jesucristo es el «Logos», Él es el «Verbo de Dios» en persona: como verdadero hombre y verdadero Dios se subordina a los mandamientos, pero al mismo tiempo también los interpreta. Su nueva interpretación dice: aunque el hombre no acepte las instrucciones de Dios o las infrinja, le queda la chance de repararlo. La redención y la salvación son ofrecimientos opuestos al fracaso y al castigo.

Tú debes – tú deberías – tú no puedes – ay de ti…

Los mandamientos siempre tienen un efecto secundario para el hombre, en realidad todos reconocen que deben existir. Por otro lado, transmiten un sentimiento desagradable de estrechez y obligatoriedad. ¿A quién le gusta que le impongan exigencias? Por otro lado, el mundo no se entiende sin reglas. Ya de bebés, apenas llegados al mundo, se agolpan en nuestra vida. Y así continúa hasta la edad avanzada. Existen leyes civiles, leyes penales, reglas de tránsito, reglamentos internos, reglas para la comunicación, las transacciones monetarias, las compras, incluso hay leyes no escritas.

Yo soy…

El primer mandamiento es el único mandamiento en primera persona. Dios se presenta al hombre: «Yo soy el Señor, tu Dios. No tendrás dioses ajenos delante de mí». Hasta aquí, todo claro, esta indicación la entiende el oyente de inmediato. En aquel tiempo, en el desierto había que orientarse al Dios uno, monoteísta. Pero esto hace mucho que se amplió, pues muchos otros dioses (ídolos) nos hacen ofrecimientos. Hoy más que nunca. Nos quieren alejar del verdadero Dios. La antigua desconfianza del hombre a ese único Dios, aún sigue activa y en absoluto ha sido superada. Unámonos a ese Dios uno, honrémoslo y confiemos en Él. No sólo el mandamiento nos lo dice, sino también nuestra fe. «Apártate de la superstición, supera tu duda, acéptalo en tu vida y en tu pensamiento», se le dice al hombre. ¡Sólo puede haber uno que tiene en sus manos las riendas de tu vida: Dios, tu Señor y Padre en el cielo!

Acuérdate…

El tercer mandamiento también sigue siendo relevante: «Acuérdate del día de reposo para santificarlo». Esto significa para los cristianos, mantener santo el domingo. Lo santificamos adorando a Dios en el Servicio Divino, teniendo comunión con Jesucristo en la palabra y el Sacramento y confesando nuestra fe en la muerte en sacrificio y la resurrección de Jesús. «Concurrir al Servicio Divino demuestra el agradecimiento por los actos de salvación de Jesús. Además manifiesta el anhelo por recibir la palabra de Dios y el Sacramento», dice en el Catecismo (Catecismo INA 5.3.4.5). Quienes no pueden hacerlo por trabajo o por otros motivos, buscan la vinculación con Dios y con la comunidad. Dios se acerca a ellos y les concede paz, consuelo y fortaleza.

«No hurtarás», una instrucción divina con alta cuota de discusión, precisamente en la época actual. A las personas les gusta discutir sobre la cantidad, en lugar de hacerlo sobre la calidad. Pues no la cantidad de lo robado nos convierte en ladrones, sino el hecho en sí. Los que aman a Cristo y se orientan en el reino de Dios, no «hurtan», o sea que no le quitan nada al prójimo, sino que buscan «multiplicar» su bien. Hacen prosperar la fe del prójimo y le ayudan a que también él se pueda preparar para el retorno de Cristo.

Preparación para el Servicio Divino en ayuda para los difuntos

El último domingo de octubre, las comunidades se preparan para el domingo de difuntos, que en el plan de Servicios Divinos cae en el primer domingo de noviembre. En él la comunidad celebra la estrecha vinculación con los difuntos y la busca en el Evangelio del Señor. En esta oportunidad, todas las comunidades de Europa será atendidas con el texto bíblico de Juan 16:22: «…y nadie os quitará vuestro gozo».

octubre 3, 2016

Autor: Peter Johanning

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