Más cerca, aún más cerca: del templo a la sanación

“Dedicación” es el denominador común de los Servicios Divinos de febrero: cómo Dios se vuelve hacia los seres humanos, cómo los seres humanos se vuelven hacia Dios y cómo los seres humanos se vuelven hacia los seres humanos.
Comunión que trae la salvación
El Evangelio de Lucas nos cuenta que María y José llevaron al niño Jesús al templo después de su nacimiento, siguiendo las leyes de Moisés. El primogénito debía ser consagrado al Señor como signo de pertenencia a Dios. Pero detrás de este acto más bien formal se esconde un significado más profundo, que también tiene mucho que decir a los creyentes de hoy sobre su propia relación con Dios.
El primer Servicio Divino dominical de febrero aborda este tema. Se trata de la cuestión del templo, la purificación y la comunión, y no solo con Dios. Sobre todo, trata del significado del Servicio Divino para los creyentes.
Fe que se manifiesta
Dios debe ser alabado y glorificado con panderos, arpas y salterios. Esto es lo que desea el salmista. Pero este canto es más que una expresión de agradecimiento, es una confesión de fe llena de esperanza y de confianza entrañable. El segundo domingo del mes está dedicado a cómo suenan hoy los cantos de alabanza.
Hay muchos motivos para alabar: la elección de Jesucristo como su pueblo, el sacrificio de Jesucristo y la institución del apostolado. También hay muchas formas de responder a ello: colocarse bajo la voluntad de Dios, encontrarse con el prójimo en el amor y no perder la fe ni siquiera en el sufrimiento.
Mandamientos que acercan
No harás esto, no harás aquello: al principio los mandamientos de Dios suenan estrictos e implacables. Pero detrás de ellos hay una fuerza suave. El tercer domingo de febrero se centra en ello.
Jesús mismo resume toda la ley mosaica en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo. Solo este amor es la base de la relación correcta con Dios y con el prójimo. Únicamente los que aman a Dios y tratan a su prójimo con amor viven como verdaderos seguidores de Cristo. No se trata solo de ritos externos, sino de una actitud interior que se manifiesta en los hechos.
Gracia que no tiene límites
Jesús sana. Una y otra vez, en su vida en la tierra, mostró su misericordia y su voluntad de ayudar a todos los que acudían a Él. Ya fuera en aldeas, ciudades o mercados, allí donde Jesús iba, se encontraba con personas y les ofrecía su cercanía sanadora. El cuarto domingo del mes pone de relieve que esta cercanía no se limita a aquel tiempo y se extiende también más allá de este mundo. Incluso los difuntos no están lejos de Cristo, sino cerca de él, porque quiere que todos experimenten la salvación. Mediante el Servicio Divino, el anuncio del Evangelio y el festejo de los Sacramentos, la salvación se hace accesible a todos, tanto a los vivos como a los muertos.
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