Cuando el amor se percibe como una obligación tediosa, algo no está bien con la interpretación del Evangelio. Por el contrario, el amor es el estándar del accionar interpersonal, hace notar el Apóstol Mayor en un Servicio Divino.
A mediados de septiembre de 2019, el dirigente internacional de la Iglesia se dedicó a sumergirse en el mundo de Oceanía. Su primera etapa en el área de Apóstol de Distrito Pacífico Oeste fue Samoa. En Apia celebró el domingo 15 de septiembre de 2019, en presencia del Jefe de Estado y su esposa el Servicio Divino en el Centro de Convenciones Tatte. El núcleo de la prédica fue el amor fraternal, del cual el Apóstol Pablo escribe: «Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros» (1 Tesalonicenses 4:9).
Ya Pablo tomó muy en serio su misión de preparar a la comunidad para el retorno de Cristo, expresó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en sus palabras de saludo. Les enseñó sobre una fe que tiene continuidad también en circunstancias difíciles de la vida, en tentaciones y aflicciones. «¡Fe significa confiar en Dios!». Incluso cuando no se percibe su amor, cuando no se siente su omnipotencia, dijo el Apóstol Mayor.
El amor fraternal como estándar
Pablo explicó entonces a los creyentes cuán importante es el amor fraternal de unos a otros. Señaló que este mandamiento, al fin y al cabo, no es idea suya, sino la voluntad de Dios. «En otras palabras: Este amor es el estándar. Y el parámetro de la madurez espiritual». Dios no mira las obras, sino el amor. Apóstol Mayor Schneider: «No estoy seguro si cada hijo de Dios lo hará entendido». La mejor manera de tratar de tener amor fraternal es imitando el ejemplo de Jesucristo: «Imitemos a Jesucristo. Él nos dice cómo hacerlo».
¡Aceptáos!
Jesús quiere que sus seguidores se amen unos a otros, así como Él los ama, estableció el Director de la Iglesia. «En realidad, tendría tantos motivos para decirme que no me acepta. Pero no lo dice. Solo dice: ‘¡Ven, eres bienvenido!'». Y en la comunidad debe regir lo mismo: «Acepta a tu hermana, a tu hermano, así como son!». No les impongas condiciones». En su lugar, los hermanos y hermanas en la fe se deben apoyar unos a otros, tener tiempo para los demás, compartir preocupaciones y alegrías unos con otros y perdonarse mutuamente. Jesús también amó a sus discípulos cuando no recibía todo lo que quería de ellos, en algunas oportunidades lo defraudaron, lo traicionaron. No obstante, jamás los consideró una carga. «El agradecía a Dios por sus hermanos».
Esto también debe ser válido en la actualidad. «A veces decimos que nos gusta ser parte de la comunidad, pero al mismo tiempo nos quejamos por las personas tan complicadas que tenemos a nuestro lado». Entonces miramos sus debilidades en lugar de amarlas de corazón, mencionó el Apóstol Mayor.
Asimismo, reconoció que en muchas comunidades del mundo ya hay abundancia de amor. «Se hacen muchas cosas buenas por amor de unos a otros». Esto también es importante y puede crecer aún más. «¡Nadie debería sentirse sin amor!». En la sociedad actual muchas veces rigen otras leyes, allí por lo general se es más egoísta. «Siempre se trata solo de mí, de mis ideas, mis deseos, mis necesidades, siempre solo de mí, de mí, de mí». Para sobrevivir en una sociedad así, hay que crecer en el amor para no llegar a ser uno mismo egoísta. «Pensemos que lo que sabemos sobre el amor de Cristo es mucho más importante que lo que sabemos sobre nuestro prójimo».
Para eso trabajo
¿Y cuál es ahora el verdadero núcleo del amor fraternal?, quiso saber el Apóstol Mayor: Desearle a todas las personas –a «nuestro prójimo»– la redención a través de Jesucristo. «Es mi deseo y mi firme propósito, que todos puedan entrar en el reino de Dios. ¡Para eso trabajo, para eso oro! Ayudémonos unos a otros a alcanzar la meta de nuestra fe».