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Necesitamos momentos de calma 

24 09 2025

Autor: Sophie Berg

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Si el hablar es plata, el callar es oro, dice un proverbio. Pero no todos saben callar. El Apóstol Mayor explica por qué es importante para nuestra propia salvación. 

“Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra”. Con esta palabra bíblica del libro del profeta Habacuc 2:20, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider celebró un Servicio Divino el 20 de julio de 2025 con unos 4.200 hermanos y hermanas en la fe en Kinshasa, República Democrática del Congo Oeste. 

¿Qué es el santo templo? 

El santo templo no es el edificio, sino una imagen de la Iglesia de Cristo. “Dios está presente en la Iglesia de Cristo”, subrayó el dirigente de la Iglesia y continuó: “Es su obra, no es la obra de los seres humanos, no es la obra de los Apóstoles, es la obra de Jesucristo”. Por lo tanto, la Iglesia de Cristo le pertenece solo a Él. Él la fundó. ¿Qué la caracteriza en concreto? 

  • “Sin la encarnación del Hijo de Dios, su muerte en la cruz y su resurrección no habría Iglesia”. 
  • Jesús estableció las reglas y la doctrina: “Para tener vida eterna, hay que recibir tres Sacramentos: el Bautismo con Agua, el Bautismo con Espíritu y la Santa Cena”. Los Apóstoles fueron enviados “para que la Iglesia pudiera funcionar” y el fundamento es el servicio de Pedro
  • Dios realiza la obra, los portadores de ministerio son solo herramientas. Es el Espíritu Santo el que “hace que la palabra y el Sacramento produzcan sus efectos”. 
  • El objetivo de la Iglesia es “hacer accesible la vida eterna a la humanidad”. 
  • “Jesús decide quién forma parte de su Iglesia”. 

Teniendo en cuenta los criterios mencionados, la Iglesia de Cristo es “el lugar en el que podemos recibir todo lo que necesitamos para alcanzar la vida eterna y acceder a la comunión con Dios”. 

¿Cómo se calma el mundo? 

“Los seres humanos deben aprender a callar”. No se puede ir al templo como el fariseo y alardear de los propios méritos. “Presentémonos ante Dios como el publicano: ‘Dios, sé propicio a mí, no merezco lo que me das’”. A Dios no se le reprocha nada, aunque sea difícil callar y decir: “Te dejo hacer y confío en ti”. Tampoco se le puede dictar a Dios lo que debe hacer: “Solo podemos humillarnos diciendo: ‘Dios, hágase tu voluntad’”. 

“Necesitamos momentos reales de silencio, reflexión y meditación”, explicó el Apóstol Mayor apelando: “De vez en cuando, tómate el tiempo para reflexionar, para pensar en el Evangelio, para pensar en tu futuro”. 

Calma para escuchar 

Las preocupaciones y necesidades materiales son completamente normales y legítimas. Pero “siempre debemos dar prioridad a la vida eterna, a nuestra relación con Dios”. Esa es la máxima prioridad: “En su templo es Dios quien nos habla, y las demás voces deben callar”, todas las voces, incluso las de los acusadores. Dios les dice: “Esta persona es mi hijo, yo lo he elegido y lo amo”. Al diablo le responde: “Jesús ha pagado por él. Cállate, Jesús lo ha perdonado, tú ya no tienes nada que decir”. El Espíritu Santo acalla los propios reproches: “No te preocupes, sigo amándote y te perdono”. 

La sociedad ha cambiado mucho en 2000 años, el Evangelio se ha extendido por toda la tierra. También en la Iglesia han cambiado algunas cosas, pero la doctrina de Cristo no cambia. Para alcanzar la vida eterna, hay que recibir los tres Sacramentos, creer en Jesucristo y en su palabra, seguir el apostolado, asemejarse a Jesús. Todo lo terrenal debe callar. 

“Escuchad, también necesito vuestra ayuda para que lo terrenal se oiga un poco menos en mi Iglesia”, pide el Señor. Jesús no quiere cambistas que solo piensen en su propio beneficio. Jesús no quiere luchas de poder ni disputas sobre quién es el más grande. Jesús no quiere divisiones: no importa quién seas, de dónde vengas, qué género tengas o quién te haya enseñado. “Al final fue Dios quien realizó la obra”. 

“Esa es nuestra misión para el futuro. Hacer cada vez más visible la presencia de Dios en su Iglesia”, apeló Jean-Luc Schneider. Y eso significa: centrarse en las muchas cosas hermosas que hay en la Iglesia, en las buenas cualidades que aporta el prójimo y en lo que hace Dios. 

24 09 2025

Autor: Sophie Berg

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