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Niños entrenados para matar

febrero 12, 2020

Author: Andreas Rother

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¿Qué quieres ser cuando seas grande? «Soldado», responde el pequeño de seis años. ¿¡¿Y por qué?!? «¡Porque puedo matar gente!». Palabras dichas fatalmente en serio. Lo recuerda el «Día de la Mano Roja» que se celebra hoy.

El deseo del niño tiene su motivo: su familia fue asesinada delante de sus ojos. Lo que quiere no es vengarse, sino simplemente sobrevivir. Y la forma más segura parece ser con un arma en la mano.

Destinos como estos los conoce Lucie Bindu (28) demasiado bien de su época como periodista en la República Democrática del Congo. Hoy vive en Oslo (Noruega), está activa en la comunidad nuevoapostólica local y se compromete desde lejos con las víctimas de la guerra y la violencia en su país de origen.

Secuestrados, esclavizados, violados

El reclutamiento de niños soldado comenzó a mediados de la década de 1990 en las guerras civiles que rodearon el derrocamiento del dictador Mobutu y se incrementó nuevamente en el conflicto de Congo Oriental desde principios de la década de 2010, explica Lucie Bindu.

Son niños que perdieron de vista a sus padres o los vieron morir delante de sus ojos cuando sus aldeas fueron atacadas. A menudo también son niños que en tales redadas simplemente fueron arrancados de sus hogares y secuestrados.

Niños que son mantenidos como esclavos para los quehaceres domésticos. Niñas que son violadas una y otra vez. Chicos a los que en algún momento se les pone un arma en sus manos. «Aunque solo sea un machete…», dice la periodista.

¿Por qué justamente a los niños? «Son más fáciles de influenciar y atemorizar», explica la joven de 28 años. Y resulta más económico mantenerlos como líderes de la guerrilla, dice un cinismo bélico.

La Mano Roja como señal de alto

Hay niños soldado ante todo en Sudán del Sur, en la República Centroafricana, Somalía, Siria y Yemen, informa UNICEF, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. Estimaciones suponen que ahora hay exactamente en todo el mundo 250.000 niños soldado bajo las armas.

Dos millones de niños ya cayeron solo entre 1990 y 2000. Lo estima el enviado especial de las Naciones Unidas Olara Ottuno. Seis millones de niños quedaron inválidos, según estas estimaciones. Y diez millones sufrieron los peores traumas emocionales.

Estos destinos conmemora el 12 de febrero como el «Día Mundial contra el Uso de Niños Soldados». Ese día entró en vigencia en 2002 el protocolo complementario de la Convención sobre los Derechos de los Niños de las Naciones Unidas, que convierte al reclutamiento de niños menores de 15 años en crimen de guerra. El agregado de «Día de la Mano Roja» proviene de protestas en las que huellas de manos rojas sirvieron como señal de alto.

El largo y difícil camino a casa

El acuerdo ha provocado en todo el mundo debates y modificaciones en las leyes. Y hay cada vez más programas de ayuda de intentan liberar a los niños soldado y prepararles una vida normal. Pero el camino es largo y brutal para los afectados.

Incluso si los niños soldado logran escapar o salir, rara vez son bienvenidos en sus aldeas de origen, informa Lucie Bindu. Pues «ellos son los que asesinaron». E incluso si lograron encontrar un lugar en el programa de ayuda, algunos niños no pueden escapar de las drogas con las que los jefes militares los doblegaban.

Pero también hay otros casos esperanzadores, relata la periodista sobre un joven de 16 años: «Había sobrevivido a dos guerras. Y estaba cansado de ver morir a sus amigos». Con el apoyo de organizaciones de ayuda construyó una nueva vida y puso poner un quiosco en el que vende tarjetas prepagas para el teléfono. «Está tan feliz de volver a ser parte de la sociedad y poder contribuir con algo».

La joven de 28 años no conoce destinos similares de familias nuevoapostólicas, pero eso no significa que no hayan sucedido. «No pienses, no sientas, simplemente sigue adelante», esa es a menudo la única técnica de supervivencia posible para los involucrados. Y entonces los requerimientos cristianos de amar al prójimo o incluso amar al enemigo toman su propia dimensión. Este es otro mundo».

febrero 12, 2020

Author: Andreas Rother

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