Perdón de los pecados sin un Apóstol… ¿es posible realmente? Sí, naturalmente. Lo explica el Apóstol Mayor en un trabajo que ahora se publica en las revistas de la Iglesia. Sin embargo, es el ministerio el que brinda certeza a los creyentes.
El perdón de los pecados no es un invento de la Iglesia Nueva Apostólica. Los cristianos se confiesan a él, como mínimo, desde el siglo II. La posibilidad del perdón de los pecados está fundamentada en la muerte de Jesucristo en sacrificio.
Más que algo único
La Iglesia Nueva Apostólica conoce dos actos a través de los cuales acontece el perdón de los pecados: el Sacramento del Bautismo con Agua anula la separación permanente de Dios; en él es lavado el pecado original. Pero con esto el hombre no queda sin pecado. Su inclinación a separarse una y otra vez de Dios, sigue existiendo.
Por eso se necesita un acto que se repite una y otra vez: la Absolución de los pecados actuales. Esta es, no por último, una purificación para presentarse dignamente ante la presencia del cuerpo y la sangre de Jesucristo en la Santa Cena. ¿Son el Apóstol o el portador de ministerio sacerdotal los que perdonan los pecados en el Servicio Divino? ¡No, de ninguna manera!
Sólo anunciar, no perdonar
«Sólo el trino Dios puede borrar los pecados». Esto lo escribe el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en un trabajo que acaba de ser publicado en la última «community» y que aparecerá en la próxima edición de «Unsere Familie». El trabajo responde a las explicaciones del Apóstol Mayor que salieron en el número especial 2/2015 de la publicación para los portadores de ministerio titulada «Pensamientos Guías».
«Dentro de la Iglesia, los Apóstoles recibieron el encargo de anunciar en forma vinculante el perdón de los pecados», sigue diciendo el texto. «El Apóstol anuncia el perdón, pero Dios es el que perdona». La autoridad para la Absolución se basa esencialmente en el encargo de Jesús a los Apóstoles de Juan 20:23: «A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos».
Posible, pero no seguro
Entonces, ¿es imposible el perdón de los pecados sin Apóstoles? ¡No! Pues, «Dios puede perdonar pecados en forma completamente independiente del ministerio y la Iglesia», acentúa el Apóstol Mayor. Ejemplos de esto ya se encuentran en la doctrina nuevoapostólica de las últimas cosas: las primicias en el arrebatamiento, los mártires de la gran tribulación y los que reciben gracia en el juicio final, a todos ellos Dios les concede directamente el perdón de los pecados.
También para el tiempo previo a que nuevamente haya portadores del ministerio de Apóstol y para el presente es válido: «Dios en su omnipotencia siempre puede perdonar pecados», menciona el Presidente de la Iglesia aludiendo al Catecismo y formula la importante declaración: «Sin embargo, únicamente aquellos que han recibido la promesa del perdón de los pecados por el apostolado, pueden tener la certeza de que sus pecados realmente les han sido perdonados».
Efectivo, pero no automático
Asimismo, incluso el anuncio de un Apóstol no puede garantizar el perdón de los pecados. Pues el perdón de los pecados no es automático. «El perdón sólo es efectivo cuando el pecador está arrepentido y dispuesto a perdonar», explica el Apóstol Mayor y después deja claro qué condiciones previas son necesarias en el hombre para que sus pecados le sean perdonados.
El Apóstol Mayor exhorta: «¡Demos testimonio de que los Apóstoles tienen la autoridad de anunciar el perdón de los pecados!». Su llamado final: «Mostremos que los cristianos nuevoapostólicos tienen el valor de cuestionarse a sí mismos y determinación para cambiar algo, están dispuestos al perdón y la reconciliación esforzándose por alcanzar la unidad de unos con otros».
Foto: Marcel Felde