¿Con qué frecuencia hacemos la pregunta “¿Qué hora es?”? ¿No sería interesante que la respuesta fuera “¡Es hora de hacer el bien!”? Lo pregunta el Apóstol de Distrito Mark Woll (Canadá) en relación con el lema del año.
Como seres humanos, estamos atados por el tiempo, parece que todo se centra en el tiempo: cuándo levantarse, cuándo irse, cuándo llegar, cuánto tiempo quedarse, cuánto tiempo dedicar a cada tarea, evento o programa…
Tenemos expresiones como demasiado tiempo, demasiado poco tiempo y no suficiente tiempo. El tiempo es lo que Dios nos da y conforma nuestra vida. Nosotros elegimos cómo distribuirlo según nuestras prioridades. Sin embargo, tenemos algo especial como hijos de Dios, el don del Espíritu Santo, que nos orienta y señala las prioridades en nuestro camino de fe.
¿Con qué frecuencia el Espíritu Santo nos ha hecho pensar en el bien que podemos hacer a los demás, pero también a nosotros mismos? ¿Alguna vez nos ha impulsado de repente a ir a hacer una visita a alguien enfermo o necesitado? O tal vez a hacer una llamada telefónica en el momento justo.
Tal vez esa fue nuestra única oportunidad de extender la mano y hacer el bien por alguien, ¡así como lo hemos experimentado nosotros! A veces nuestro primer instinto puede ser postergarlo o encontrar una excusa para no tomarnos el tiempo y actuar según esta inspiración divina. Sin embargo, aprovechemos estas oportunidades para hacer el bien.
Recordemos las palabras de Mateo 25:40: “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. ¡Qué gran bendición es cuando respondemos a la inspiración del Espíritu Santo para hacer el bien y no lo postergamos!
Es interesante cuando ponemos a Dios primero y buscamos su voluntad. Entonces, parece haber mucho tiempo para hacer todo lo demás en nuestra vida. Nada es más digno de nuestro tiempo que establecer como prioridad la salvación de nuestra alma y la de nuestro prójimo. Así, si nos preguntan: “¿Qué hora es?”, podemos responder: “¡Es hora de hacer el bien!”.