Solo padecer un poco más, promete la Biblia, y entonces se manifestará la gracia de Dios. Es mejor pensar en todas las cosas buenas que Dios hace por sus hijos. El Apóstol Mayor se refirió a ello en un Servicio Divino.
“Se trata del Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna”, explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el pasaje bíblico que leyó el 15 de octubre en Buenos Aires (Argentina): “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Pedro 5:10).
Elegidos por gracia
“Sabemos que en el pasado fuimos elegidos por Dios por gracia”, dijo el Apóstol Mayor. “Todos sabemos que nadie se ha ganado la elección. No hay explicación. Es gracia”. La gracia es el Santo Bautismo con Agua, el perdón de los pecados y el Santo Sellamiento, que hace que uno sea hijo de Dios y heredero de Jesucristo. “Por pura gracia hemos llegado a ser herederos de la vida eterna con Cristo”.
Un poco de padecimiento
“Pero a pesar de este llamamiento, esta elección, esta salvación, tenemos que padecer un poco”, aclaró el Apóstol Mayor. Como todas las personas, padecemos por la enfermedad y la muerte, pero también “porque somos elegidos y seguimos a Jesucristo”. Los cristianos padecen por
- creer sin ver: “A veces pedimos a Jesús: ‘¡Dame una señal! ¡Demuéstrame algo! ¡Necesito ver algo!’. Y Dios dice: ‘No, solo cree. Solo confía en mí’”.
- no estar aún en perfecta comunión: “Padecemos porque amamos a Jesucristo y todavía estamos separados de Él”.
- tener que renunciar: “Tenemos que desligarnos de todos los pensamientos y opiniones que no sean compatibles con Cristo. Y a veces eso no es nada fácil”.
- compartir el padecimiento de los demás porque los aman: “No podemos ser indiferentes al padecimiento de los demás y padecemos con ellos”.
- padecer con Jesús: “Padecemos como padeció Jesús cuando estuvo parado frente a Jerusalén y lloró porque no le aceptaban. Y padecemos cuando vemos que las personas no creen en Jesús y lo rechazan”.
Resistir a la tentación
Este padecimiento llama a escena al maligno, que quiere utilizar estas aflicciones para separar de Dios. “Resístete a él, permanece firme, a pesar del padecimiento”, exhortó el Apóstol Mayor. “Piensa en Dios y en su Obra y no en ti mismo, no en tus propias obras, no en tu propio padecimiento, no en la obra del maligno”. Esto distrae de la gracia de Dios y puede separarnos de Jesús si se toma demasiado en serio.
No olvides lo que Dios hace por ti
“Mis amados hermanos y hermanas”, dijo el Apóstol Mayor, “este es el mensaje para todos vosotros esta mañana: no olvidéis lo que Dios está haciendo por vosotros hoy”. Enumeró cómo Dios nos afirma y fortalece:
- “El Espíritu Santo nos sigue recordando: ‘No lo olvides: eres un hijo de Dios’. En cada Servicio Divino, en cada Santa Cena, Dios nos dice: ‘Yo soy el Fiel. Yo te he elegido’”.
- “Él está listo y dispuesto a perdonar. Si muestras arrepentimiento, Él dice: ‘Ven, déjame arreglarlo’. Y perdona todos los pecados y culpas, y nos da la oportunidad de un nuevo comienzo”.
- “El Espíritu Santo nos muestra cuán grande es el amor de Jesucristo. Y cuanto más grande es nuestro amor, cuantas más cosas hacemos por amor, más fuertes somos”.
- “Él nos enseña a orar en el nombre de Jesucristo. Y todas las veces que oremos como Jesús oraría en nuestra situación, podemos estar seguros de que Dios responderá a esas oraciones”.
- “El Dios de toda gracia nos perfeccionará en su retorno. Pon toda tu esperanza en la gracia, no en tus obras, tus méritos o tu trabajo”.
El Apóstol Mayor dio a sus hermanos y hermanas los siguientes pensamientos finales: “Mira a Dios y te darás cuenta de cuántas maneras Él te fortalece, y con su ayuda y gracia recibiremos la herencia de Cristo”.