Existen muchos motivos para ignorar a nuestros semejantes, menospreciarlos o incluso odiarlos. Pero, «quedad en el amor. No os rindáis», apela el Apóstol Mayor. Pues, «creemos en la victoria del amor. Esta es nuestra convicción».
En el siglo I los cristianos de Asia Menor fueron perseguidos por las autoridades porque se negaban a adorar al emperador romano como un dios. Uno de ellos tuvo que ir al exilio y recibió un mensaje divino para las Iglesias que decía algo así como: Yo te conozco, yo conozco tus obras, pero hay algo en ti que no está en orden.
Así esbozó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 12 de noviembre de 2017 en Raipur (India) el trasfondo del texto bíblico de Apocalipsis 1:9: «Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo».
En el reino de Dios
«El primer punto importante es: somos copartícipes en el reino de Dios». Finalmente, los hombres pudieron experimentar a través de Jesucristo la presencia de Dios, su amor y gracia sobre la tierra. «Hoy vivimos la presencia de Dios, su amor y gracia a través del Espíritu Santo».
En segundo lugar: el reino de Dios está presente. «Fue establecido sobre la tierra por el Hijo de Dios. Cristo venció el mal y la muerte». «De esta victoria sacamos provecho hoy. A través de Él y con su ayuda podemos vencer el mal. Él también debe ser el Rey en nuestro corazón».
Y en tercer lugar: «Esperamos el futuro reino de Dios. Allí ya no hay lugar para el mal, para el sufrimiento, el dolor ni la muerte. Esperamos la venida de Cristo, que nos llevará a su reino».
En la tribulación
Los primeros cristianos sufrieron persecuciones. «Nosotros también vivimos en un tiempo de tribulación», explicó el dirigente de la Iglesia:
«Para muchas personas, el dinero y las posesiones son ‘dioses’ a los que sirven. Todo gira en torno al éxito, el dinero y el bienestar. Es cierto que quisiéramos vivir mejor, pero no a cualquier precio. No los convertimos en ídolos. Nuestro Dios es Jesucristo. La salvación del alma es nuestra prioridad». Y con esta actitud a veces se está aislado en la sociedad, se vive como en un exilio.
«La tentación de los primeros cristianos consistía en que el retorno de Cristo que ellos esperaban, no se produjo», completó. «Cuando nuestras peticiones y deseos no son respondidos, es una prueba. Se trata de que debemos renunciar a nuestras ideas que no agradan a Dios».
En el amor
Hoy como en aquel entonces amenazaban los mismos peligros, dijo el Apóstol Mayor mencionando exhortaciones a las Iglesias de Asia Menor:
Por cuanto eres tibio: «Tibio significa que uno hace concesiones». Según el lema: «Hay que ver cómo uno queda, aquí no se pueden acatar los mandamientos siempre. ¿Es tan malo si uno alguna vez miente y no es del todo honesto?». Pero, «Jesús hizo decir a las Iglesias: ‘¡Preveníos que aquí acecha un gran peligro!'».
Tienes nombre de que vives, y estás muerto: Una fe sin obras no es más que una religión tan sólo por tradición. Y «una religión por tradición no es una fe viva».
Que has dejado tu primer amor: «Como las personas no son amables contigo, como están contra ti, has dejado de amar a tu prójimo. En el mejor de los casos, eres indiferente ante los demás, en el peor de los casos, los odias. ¡Esto es un gran peligro!».
¿Qué protege contra estos peligros? «Haced el bien a vuestro prójimo y guardad los mandamientos. Quedad en el amor», fue el llamado del Apóstol Mayor Schneider. «Existen muchos buenos motivos para amar al otro, pero no podemos hacer otra cosa que amar, pues el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. Creemos en la victoria del amor. Esta es nuestra convicción, esta es nuestra fe».