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Parte del problema y parte de la solución

06 10 2025

Autor: Andreas Rother

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¿Arrepentimiento? Suena a vergüenza y deshonra. Pero en realidad se trata de algo muy diferente: de un cambio de rumbo en la vida y del valor para empezar de nuevo una y otra vez.

“Arrepentimiento y salvación” es el título de una carta doctrinaria del Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, publicada originalmente en el número especial 1/2025 de Pensamientos Guía. Dirigidas inicialmente a los portadores de ministerio, las explicaciones están ahora disponibles para todos los interesados en la revista para miembros community, número 4/2025.

El arrepentimiento aparece dos veces en el camino hacia la salvación, como aclara el documento: pero ¿de qué salvación se trata? El Antiguo Testamento entiende por ello una vida terrenal en paz y prosperidad. En el Nuevo Testamento, la salvación es de naturaleza espiritual: la vida eterna consiste en la comunión perfecta con Dios.

Contribuir a la edificación de un mundo nuevo

Esto no solo se refiere a la propia persona. El amor al prójimo nos hace receptivos al sufrimiento de los demás. En la oración, el creyente intercede por las personas que sufren. Pero Dios a menudo no interviene como uno se imagina. Su obrar de salvación tiene como objetivo que todos los seres humanos puedan vivir en comunión con Él y unos con otros.

Este objetivo se desarrolla en la nueva creación. En la fase actual de su plan de redención, Dios está formando a personas que primero obtienen acceso a esta comunión y luego contribuyen a la salvación de todos los demás en el reino de paz.

Quien se esfuerza por su propia salvación, que trabaje también por la salvación de todos. De una manera o de la otra, para ello es necesario el arrepentimiento.

Determinar la situación y reorientarse

El concepto de arrepentimiento abarca tanto el remordimiento como la conversión. Por un lado, el ser humano debe tomar conciencia de su culpa y lamentarse por ella. Por otro lado, debe cambiar su actitud y adoptar un comportamiento que corresponda a la voluntad de Dios.

Así, el arrepentimiento es un requisito previo para el Bautismo: para ser liberado del pecado original, el ser humano debe renunciar al mal, creer en Jesucristo y prometer seguirlo de manera consecuente.

Y así, el arrepentimiento también es indispensable para obtener el perdón de los pecados individuales. Porque solo de esa manera puede tener pleno efecto la Absolución anunciada en el Servicio Divino. Debemos darnos cuenta de nuestros errores, arrepentirnos de ellos y estar sinceramente decididos a cambiar y reparar las faltas que hemos cometido.

Un asunto personal

El arrepentimiento requiere convicción personal, subraya el texto doctrinario: “Por naturaleza, tendemos a quejarnos de todo el mal que se comete en el mundo”, escribe el Apóstol Mayor. “Pero no somos víctimas inocentes. ¡Cada uno de nosotros es parte del problema!”. Porque: “Tenemos que admitir que con nuestros errores nosotros también contribuimos al poder del mal”.

“No se trata de hacernos sentir culpables o de denigrarnos a nosotros mismos”, subraya el dirigente de la Iglesia. “Simplemente tenemos que aceptar que cada uno de nosotros tiene parte de responsabilidad en el problema. Y tenemos que comprender que la solución también la aportamos nosotros”.

Esto se aplica a todos los contextos: en el matrimonio, en la familia, en la comunidad y en la sociedad. “Podemos contribuir a mejorar la situación cambiando nuestras actitudes y comportamientos para asemejarnos cada vez más a Cristo”, concluye el Apóstol Mayor. “Cuanto más nos parezcamos a Él, menos seremos una carga para los demás”.

06 10 2025

Autor: Andreas Rother

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