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Pasar la prueba de fuego

09 04 2025

Autor: Andreas Rother

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A veces pasamos por el fuego. La vida es dura y uno siente la tentación de tomar un camino más fácil, pero que nos aleja de Dios. El ejemplo de tres jóvenes muestra lo que hay que hacer entonces.

Sadrac, Mesac y Abed-nego eran los nombres de los compañeros de Daniel en el exilio babilónico. Se negaron a adorar a un ídolo y por ello fueron arrojados al horno de fuego.  En el Servicio Divino del 15 de febrero de 2025 en Cúcuta (Colombia), el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider explicó cómo Dios los salvó y qué tiene que ver esto con el aquí y ahora.

Dios bendice la fidelidad: “Sabemos que pertenecemos a Dios. No queremos vivir a la manera de este mundo. Queremos vivir según la ley de Dios. Y quiero ser completamente sincero: lo hemos experimentado. Hemos experimentado la bendición de Dios porque hemos respetado sus reglas y le hemos sido fieles”. Pero entonces…

En el horno de la prueba: “Un día, todo cambió y de repente tuvimos que pasar por momentos difíciles, penurias y angustias. Entonces oramos a Dios, como habíamos aprendido a hacer. Y nada cambia y no tenemos explicación para ello”.

Y ahora el mal aviva el fuego: “Ya ves, no tiene sentido obedecer a Dios. Sabes, en esta situación difícil se puede hacer una excepción: si no obedeces los mandamientos de Dios, te puedo dar mucho más. Pero si mantienes tu voluntad, obtendrás mucho menos que los demás”.

“¿Y cuál es nuestra respuesta? Yo prefiero tener menos. Quiero mantener mi relación con Jesucristo. Lo amo, por eso obedezco su ley. Hago la voluntad de Dios porque quiero asemejarme a Jesús para entrar en el reino de Dios”.

Dios está con nosotros en el horno de fuego: “Podemos experimentar su presencia y su ayuda en los Servicios Divinos. Me habla personalmente. Me dice que me ama y me comprende. Nos consuela, nos fortalece. Podemos experimentar su presencia cuando festejamos la Santa Cena. Aunque no nos dé lo que pedimos, escucha nuestra oración. Podemos experimentar su cercanía en la comunión de los hijos de Dios, en los pequeños milagros de la vida cotidiana”.

Las pruebas tienen un final: “Y entonces también vosotros experimentaréis lo que experimentaron los tres hombres. Fue un tiempo terriblemente difícil, pero mi relación con Dios no se vio dañada. Mi fe se fortaleció. Mi amor por Jesús se profundizó. No acusamos a nadie. Incluso estamos dispuestos a perdonar, sin amargura, sin ira, sino con paz y alegría. Una vez que estemos en el reino de Dios, ni siquiera recordaremos lo que pasamos en la tierra”.

Ser una bendición para los demás: “Les mostráis que es posible cumplir la voluntad de Dios en situaciones terribles. Les ayudáis a comprender que las promesas del maligno no son ciertas. Les enseñáis lo bendecidos que sois siguiendo a Dios. Y si hacéis esto, seréis una gran bendición en el reino de paz y enseñaréis a todas las naciones y a todas las personas lo grande que es Dios, lo grande que es su amor y lo grande que es su ayuda. Hermanos y hermanas, este es nuestro futuro”.

Y esto es exactamente lo que describe el texto bíblico del Servicio Divino: “Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios” (Daniel 3:28).

09 04 2025

Autor: Andreas Rother

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