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Paz en Jerusalén, ¡qué bien suena!

septiembre 20, 2017

Autor: Peter Johanning

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La actual ciudad de Jerusalén se ha convertido más y más en símbolo de un clima caldeado entre los hombres, las tradiciones y las religiones. Sus habitantes se pelean por el privilegio de poder vivir allí pacíficamente. ¡Una contradicción en sí misma!

Mañana, 21 de septiembre, figura nuevamente en el almanaque como el Día Internacional de la Paz de la ONU. Una fecha importante, se podría pensar. ¿Pero cómo es la realidad? ¿Cambia algo este día de recordación, hace que el mundo tenga verdaderamente más paz?

  • Unos dicen: Sí, hubo un gran cambio. El mundo está más seguro. La comunidad internacional se involucra cuando en alguna parte del mundo las cosas se complican. Al mismo tiempo están aquellos que prefieren negociar en lugar de que haya guerra entre ellos, son la mayoría. Los tiempos difíciles de la Guerra Fría quedaron atrás. Fueron negociados y firmados muchos planes de paz, el Plan Marshall, acuerdos de desarme. Son documentos de la historia de la época que demuestran el anhelo de las personas por un mundo en paz.
  • Los otros dicen: Nada cambió. Igual que siempre hay contrincantes enfurecidos que están enfrentados unos a otros. Todavía, y una y otra vez, el más fuerte es el que se impone. Hay muchedumbres que andan desorientadas y sin rumbo de un lugar para el otro, más de 60 millones de personas están huyendo. La lucha por el agua, la huida de la guerra los convierte en seres sin patria… El mundo está más lejos que nunca antes de la paz mundial.

Paz: ya es hora

Y efectivamente, parece que la humanidad todavía no reconoció la seriedad de la situación en la que se encuentra. Discordia, conflictos o incluso alguna guerra aniquilan en poco tiempo lo que a la naturaleza o a una sociedad le llevó muchos años construir. La guerra destruye, destroza. Ambición, sed de poder, actitudes egoístas enemistan a las personas entre sí. El «¡primero yo!» le ayuda a uno solo. El «¡todos nosotros!», en cambio, les ayuda a muchos. Sólo allí donde reina la paz, pueden surgir cosas nuevas.

Para honrar la paz adecuadamente, debe estar vigente el principio: ante Dios todos son iguales. Aunque los déspotas, los autoritarios, los dictadores no lo quieran reconocer. No existen los que están arriba ni los que están abajo, ni pequeños ni grandes, ni correctos ni equivocados. Tomarse a sí mismo como parámetro para compararse con otros es tanto una expresión de impotencia e inconsciencia como de poderío y autoridad.

Paz: adentro y afuera

Mañana la humanidad festeja el Día Internacional de la Paz de la ONU. –¿Qué hacemos nosotros con esto? «Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios. Por amor de mis hermanos y mis compañeros diré yo: La paz sea contigo. Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios buscaré tu bien». Este texto bíblico de Salmos 122 determinará esta semana la prédica en los Servicios Divinos nuevoapostólicos. Describe la Jerusalén del corazón, de la familia, de su entorno. Allí en todas partes debe haber paz porque el hombre se ocupa de que así sea.

Los pacificadores serán llamados hijos de Dios, no los beligerantes ni los peleadores. Para poder vivir en armonía unos con otros, deben valorizarse el amor al prójimo, el respeto y la comprensión hacia el otro. Evitar los prejuicios debe volver a adquirir prioridad. En su lugar, la paciencia y el autodominio deben ser determinantes en el trato con los demás. Hacer el bien a la otra persona, esto allana el camino a la paz. Y las personas que anhelan la paz, andan por el mismo camino.

Las comunidades nuevoapostólicas han sido convocadas desde 2005 a participar del Día Internacional de la Oración por la Paz. Usualmente los siervos oficiantes se refieren a ella en la oración del Servicio Divino entre semanal o bien del dominical.

Photo: beerphotographer/fotolia

septiembre 20, 2017

Autor: Peter Johanning

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