Hay muchas consignas sobre la paz. Quizá la más conocida sea «Haz el amor, no la guerra», una antibelicista. Un lema cristiano es: Paz en medio de nuestra aflicción. Proviene del propio Jesús.
Él dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. (Juan 16:33)
¿Qué significa exactamente la paz en Cristo? Es un llamamiento a todos los cristianos para que puedan tomarlo a Él como ejemplo.
- Jesús mismo experimentó suficiente dolor como para saber cómo se sienten las personas cuando atraviesan sufrimiento o dificultades. Él está cerca de ellos.
- Aunque los cristianos sean parte del mundo, están protegidos del mal. Jesucristo mismo venció al mundo y al mal. Y los que a Él siguen pueden participar de esta victoria. Todo lo que tienen que hacer es confiar en Él.
Los pacificadores serán llamados hijos de Dios, no los beligerantes o pendencieros. Para vivir en armonía unos con otros, debe ser muy valioso para uno la compasión, el amor por el prójimo y la comprensión para con los demás. Evitar los prejuicios debe volver a ser una prioridad. La paciencia y el autocontrol deben determinar la forma en la que nos relacionamos unos con otros. Hacer el bien a los demás allana el camino hacia la paz. ¡Y las personas que anhelan la paz recorren un camino en común!
Jesús está cerca nuestro incluso en las pruebas
En sus últimas palabras a los discípulos, antes de ser apresado, el Hijo de Dios predijo que ellos lo abandonarían. No obstante, tenía la certeza de que no estaría solo, porque el Padre estaría con Él. Y aquí, Él es un ejemplo para todos los que le siguen. Nosotros también tenemos que sufrir a causa de diversas situaciones y con frecuencia nos encontramos en momentos de aflicción o en los que tenemos que afrontar el rechazo y la resistencia. No obstante, tenemos motivos para sentir consuelo y paz en Cristo.
Se nos invita a:
- hacer una pausa y percibir la presencia de Dios;
- confiar en Dios a pesar de nuestra ansiedad por la situación mundial actual y recordar y utilizar el poder de la oración.
Debido a su naturaleza, los seres humanos no pueden generar una paz duradera. En cambio, cuando la encuentran en Cristo y la aceptan, pueden transmitir esta paz y llevarla al mundo.
Y el mundo lo necesita desesperadamente, porque, en efecto, parece que la humanidad aún no se ha dado cuenta de la gravedad de la situación. Las disputas, los conflictos y las guerras destruyen en poco tiempo lo que la naturaleza o una sociedad han tardado años en construir y establecer. La guerra destruye. Aplasta. La ambición, las ansias de poder y las actitudes egoístas enfrentan a las personas entre sí. Un sentimiento de «yo primero» sólo puede satisfacer a una persona. Mientras que el «todos juntos» satisface y ayuda a muchos.
Por lo tanto, si queremos apreciar correctamente a la paz, debemos sostener este principio particular: todas las personas son iguales ante Dios (aunque los tiranos y opresores se nieguen a reconocerlo). No existe inferior ni superior, pequeño o grande, correcto o incorrecto; considerarse a uno mismo como la norma en comparación con los demás es, en el mejor de los casos, una expresión de impotencia y falta de conciencia, más que de fuerza y autoridad.
La paz no tiene un costo, no rompe el presupuesto de nadie ni las arcas públicas. No requiere de negociadores, sobornos, planes de contingencia o refugios subterráneos ante misiles. La paz es completamente silenciosa y placentera. Es como el niño que se levanta nuevamente luego de haberse caído. La paz es vida.
Pero, ¿la humanidad quiere en verdad que se le recuerde sobre la paz? A veces, el deseo de un mundo en paz parece tan extraño, tan infinitamente lejano. Las noticias sobre nuevas guerras no cesan. Los niños mueren sin motivo. Las víctimas civiles están prohibidas, ¡pero siguen ocurriendo casi todos los días! El periodismo de guerra se ha convertido en una profesión, los combatientes de la resistencia operan entre frentes y las organizaciones de ayuda llevan cascos azules. Una y otra vez.
Entonces, ¿debemos dejar de soñar con un mundo pacífico? ¡Por favor, no! Si ya nadie sueña con la paz, la guerra se torna algo normal. Y los cristianos, en particular, son llamados a rogar por la paz. Este es un requerimiento del Evangelio.
Día Internacional de la Paz
En 2001, la Asamblea General de las Naciones Unidas (NU) declaró en su resolución 55/282 que el 21 de septiembre sería celebrado en adelante como el Día Internacional de la Paz. El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) se unió a este esfuerzo en 2004 y celebra el 21 de septiembre como el Día Internacional de Oración por la Paz. Se invita a las comunidades locales e internacionales a orar y trabajar juntas por una paz justa en todas las comunidades y naciones del mundo. La Iglesia Nueva Apostólica también celebra oficialmente este día desde 2005.
Este día es una oportunidad para que toda la humanidad se comprometa por la paz y haga de ella una prioridad entre los pueblos de este mundo. El Día Internacional de la Paz debe celebrarse como un día de no violencia y alto el fuego a nivel mundial. Las oraciones de diferentes partes del mundo son publicadas en internet, por ejemplo, en Facebook y en Twitter.
¡Que esta paz cautive a mucha más gente! Paz en tu propio corazón, en tu familia, en tu comunidad, en tu iglesia y en el maravilloso mundo en el que todos vivimos.
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