Todo un Servicio Divino en una sola frase: «Has sido elegido y ordenado, has recibido un encargo y la autoridad para predicar el Evangelio por amor a Dios y a los hombres». Todo lo que hay detrás de esto y por qué esto concierne a cada creyente…
De Isaías a Jesucristo, del Apóstol al Diácono trató el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider en el Servicio Divino para siervos del 6 octubre de 2018 en Setúbal (Portugal). La base fue Isaías 61:1: «El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel».
Dios llamó al profeta, le dio su encargo y la autoridad para anunciar su palabra. Le encomendó dedicarse especialmente a los pobres y abatidos, explicó el Apóstol Mayor. Este texto bíblico lo refirió Jesús a sí mismo durante su prédica en Nazaret (Lucas 4:18-21). Él también se dedicó especialmente a los vulnerados y despreciados. Y «Jesús sirvió con autoridad. El que aceptaba la palabra podía experimentar que en esa palabra estaba todo el poder de Dios».
El encargo para los portadores de ministerio
«Jesucristo volvió al Padre y dejó este encargo y esta autoridad a los Apóstoles», acentuó el Director de la Iglesia y enumeró sus distintas tareas:
- Anunciar la salvación: «La autoridad de Dios se trata de la prédica del Evangelio, de las palabras de Jesucristo, de la muerte, la resurrección y el retorno de Jesucristo y lo que esto lleva vinculado. El que cree en esto, recibe bendición y salvación».
- Consolar a los pobres y abatidos: «A veces tengo la impresión de que hoy los pobres sufren más que antes porque cada día se les pone la riqueza de los demás frente a sus narices».
- Incluir a los desechados y condenados: «Dios ama al más grande pecador así como ama a la persona más santa. No hace diferencias».
- Recuerda al que tiene éxito: «Los elogios, el éxito y el dinero no hacen feliz. Si tienes comunión con Dios, la vida adquiere sentido y tendrás paz en el corazón.
- Alentar a las comunidades: «porque también los hijos de Dios, aunque han hallado la salvación, todavía padecen bajo la actividad y el poder del maligno».
«Habéis sido ordenados como Diáconos o en un ministerio sacerdotal», dijo el Apóstol Mayor dirigiéndose a los portadores de ministerio. «En esta ordenación habéis recibido una parte del encargo y de la autoridad del ministerio de Apóstol».
Cómo cumplir el encargo
«No eres sólo un colaborador voluntario de la Iglesia Nueva Apostólica», dejó claro. «Cuando anuncias el Evangelio, sea en el altar o en la visita de asistencia espiritual, está detrás de ello la autoridad de Dios. El que cree en esta palabra, experimenta bendición y salvación. Este es el aspecto más importante de un ministerio».
Y así se puede cumplir el encargo:
- «¿De dónde sacamos la motivación? La sacamos de nuestro amor a Jesucristo. El encargo no lo has recibido del dirigente, del Apóstol de Distrito, no: ¡de Jesucristo!».
- «Tú puedes ayudar: Haz que el mundo tenga esperanza. Hay un lugar donde ya no existe el mal, es el reino de Dios. Tú tienes la posibilidad de entrar».
- «Vive de acuerdo con los mandamientos de Jesucristo, entonces serás una bendición para ti y para tu prójimo. Este Evangelio debemos anunciar en palabras y obras«.
- «Procuremos estar cerca de los hermanos y hermanas. Deben poder experimentar a través de nosotros el amor de Dios».
- «El éxito de tu trabajo recién se manifestará en el día del Señor. Por favor, no pares de anunciar el Evangelio».
Siempre dispuestos a intervenir
Si los hermanos y hermanas en la fe tuviesen la necesidad «de acudir a nosotros, debemos estar dispuestos a transmitirles el Evangelio, no nuestra opinión, no un buen consejo, sino la palabra de Dios». Es como ocurre con los bomberos: «El día en el que se los necesita, deben presentarse bien equipados y bien entrenados».
«Has sido elegido y ordenado, has recibido un encargo y la autoridad para predicar el Evangelio por amor a Dios y a los hombres», mencionó el Apóstol Mayor Schneider para terminar. «¡Sigue adelante!».