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¡Por favor, ve!

agosto 31, 2017

Autor: Oliver Rütten

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¡Sal del letargo! Jesús apela a sus discípulos a moverse, a ponerse en marcha, a acercarse al prójimo. Este llamado está dirigido a los portadores de ministerio y a cada cristiano.

Cuatro partes comprende la gran comisión que sirvió de base al Servicio Divino celebrado por el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider con los portadores de ministerio de los Estados Unidos de América. Centró su prédica del sábado 10 de junio de 2017, en Chicago, en las últimas palabras del Evangelio de Mateo: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén» (Mateo 28:19-20).

1ª parte de la misión: ir

El ministerio es un encargo: Con la ordenación nadie se vuelve un jefe. Tampoco nadie recibe una posición social especial. «Tú recibes un encargo para trabajar. Debes cumplir una misión», deja claro el máximo dirigente espiritual.

Crecer en el conocimiento: Ir también significa moverse. «No podemos quedar así como somos. Crezcamos en el conocimiento. Necesitamos la conducción del Espíritu Santo».

El Evangelio requiere un contacto personal: Anunciar el Evangelio no es un deber de la Iglesia ni un encargo recibido por cualquier organización. «Es un encargo que Jesús nos dio a cada uno de nosotros. Ve. Dícelo a la gente. Convéncelos. Motívalos».

2ª parte de la misión: convencer

El Evangelio universalmente válido: El fundamento para anunciar el Evangelio es la fe en que el Evangelio es válido para todos los seres humanos. «Independientemente de las circunstancias de vida en las que vivan las personas, sin importar qué trasfondo cultural tengan».

Abordar a todas las personas: El Evangelio no sólo tendría que ser anunciado en todos los países, sino también en todos los estratos sociales. Con independencia de la cultura, la edad, el patrimonio. «Cuando miro a las comunidades en todo el mundo, me pregunto: ¿Es esta la imagen de la población de este país? ¡Todavía no!», mencionó el Apóstol Mayor Schneider.

No hacer promesas: Es fácil prometer a un enfermo: Si sigues a Jesús, te curarás. O pronosticar a un pobre: Si te vuelves nuevoapostólico, serás rico. ¡Esto es un disparate! «Jesús quiere que las personas lo sigan por amor, que confíen en Él. Ayudémosles a descubrir la grandeza de Jesús. Él es el que ama. Él es la gracia. Él es la paciencia. Él es el Todopoderoso».

3ª parte de la misión: bautizar

Hacer experimentar la bendición y la fuerza: «Id y bautizadlos», esto no se limitaba solamente a la dispensación del Bautismo con Agua y el Bautismo con Espíritu. También es tarea de los portadores de ministerio, explicar y clarificar a los creyentes la fuerza inherente a los Sacramentos. «Muéstrales que el Bautismo no es el final. Es el comienzo. A través de los Sacramentos tienes las fuerzas para crecer asemejándote cada vez más a la naturaleza de Cristo. Seamos nosotros mismos ejemplos de esto», expresó el Director de la Iglesia.

4ª parte de la misión: enseñar

El amor lo hace posible: Después de reconocer la grandeza y el amor de Jesús, las personas aman a Jesús. Y con este amor es fácil respetar la ley de Cristo. «Debemos enseñar», dijo el Apóstol Mayor Schneider. «Jesús nos lo mandó».

El foco en la salvación eterna: «Nuestra tarea es enseñar la ley de Jesucristo. No nuestra propia ley, nuestras propias reglas y tradiciones. Esto está definido bien claramente».

Sin uniformidad: Seguir a Cristo no significa volvernos uniformes. «Ellos pueden seguir a Cristo si son muy pobres o si son muy ricos, si son jóvenes o mayores. Estas circunstancias de vida no deben cambiar. Las personas deben vivir conforme al Evangelio; en la condición en la que vivan». Y el Apóstol Mayor Schneider completó: «Por supuesto, deseamos que los pobres se vuelvan más ricos, que los enfermos se curen. Pero esto no tiene nada que ver con enseñarles lo que Jesús mandó».

Pasar por las pruebas con serenidad: La tribulación no es un castigo de Dios, ni es una señal de que están lejos de Dios. «No te pongas nervioso si algo pasa en tu vida. Dios quiere un poco más de nosotros. Esto es parte de enseñar. En estas situaciones especiales enseñemos a otros lo que enseñó Jesús».

agosto 31, 2017

Autor: Oliver Rütten

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