¿Cómo creen los cristianos? ¿Qué creen los cristianos? ¿Cuándo creen los cristianos? –¿Preguntas difíciles?– No, en realidad son bastante fáciles de responder: ¡de verdad, todo, siempre! Al menos esa es la teoría. La práctica, como tantas veces, tiene un aspecto diferente.
El mes de septiembre tiene cuatro domingos. Por lo tanto, será necesario que haya cuatro esquemas de prédicas para los Servicios Divinos dominicales. Un tema los unirá: “Elementos de la fe”. Se trata de la oración, la prédica, la confesión al Señor y la ofrenda.
La oración
La oración más importante que une a todos los cristianos es el Padre Nuestro. El mismo Jesús se lo dio a la humanidad. Además, hay oraciones litúrgicas escritas, oraciones personales, oraciones de la comunidad, oraciones de petición y oraciones de agradecimiento. Hay oraciones pensadas o cantadas, silenciosas o públicas. La oración puede hacerse en cualquier momento y lugar. Un día sin oración es como una mañana sin amanecer. Para los cristianos, orar es algo natural. ¿Qué tiene de bueno la oración? El diálogo con el Creador, con el Salvador; la concentración en lo esencial, lo importante, lo eterno. Orar se puede aprender. Un buen maestro de oración es el Espíritu Santo y cuando una persona alguna vez no sabe cómo orar, el Espíritu de Dios le ayuda.
La prédica
La prédica del segundo domingo de septiembre se centrará en el Evangelio tal y como lo atestigua la Biblia. Es bueno saber por qué creo, en quién creo, en qué creo. Especialmente en el mundo actual, en el que hay tantas enseñanzas y visiones del mundo diferentes, es necesaria una sana dosis de autorreflexión. Quien quiera creer en la palabra de Dios debe saber que es la palabra de Dios. Pedro lo expresa de forma más benigna, más romántica: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor”.
En primer lugar, se necesita nuestro deseo de aprender y, en segundo lugar, ¡experimentamos la benignidad de Dios! Dar y recibir. De este modo, la buena nueva del amor de Dios por la humanidad se convierte en un regalo para la vida.
La confesión
Quien quiera ir al cielo ¡que lo diga! La confesión a Jesucristo no es un juego del escondite, un “gallito ciego”, un andar a tientas, un trayecto de slalom. Los verdaderos seguidores del Señor lo confiesan con sus acciones y palabras. Hasta aquí, todo claro. Pero…
- esto también se aplica a la vida cotidiana. También en lo cotidiano, los cristianos dan alas a su convicción de fe, no solo con palabras, sino viviendo según los parámetros del Evangelio. Defienden su convicción de fe y dan testimonio de ella a sus semejantes cuando se presenta la oportunidad.
- esto no siempre es fácil y requiere valor. Incluso Pedro negó al Señor por miedo a los hombres. La persecución por parte de una mayoría radical, las desventajas en el trabajo, la presión de un grupo… se necesita mucha constancia para confesar al Señor.
Pero al final vale la pena, porque quien confiesa a su Señor ante los hombres, Él lo confesará ante su Padre. Estas también son palabras del Evangelio.
La ofrenda
El último domingo de septiembre está dedicado a la “ofrenda”. Israel llevaba sacrificios diarios a su Dios, en todos los matices, tipos y ocasiones. Hoy en día sigue habiendo muchas ocasiones para hacerlo. La ofrenda forma parte del oficio de la fe cristiana. Tales sacrificios hoy están marcados por…
- agradecimiento. A Él le deben sus hijos lo que poseen.
- amor al prójimo. Los cristianos ayudan a los necesitados, comparten su tesoro espiritual con otros.
- renunciamiento. Superan conscientemente el pecado: renuncian a todo lo que obstaculiza la comunión con Cristo.
- perdón. Las acusaciones, las recriminaciones y cualquier forma de venganza contra los demás son y siguen siendo una espina en la carne del cristiano fiel.
Lo esencial en todas las ofrendas es la actitud correcta. Dios acepta favorablemente las ofrendas cuando vienen del corazón.
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