Prestar ayuda, brindar apoyo, ser ejemplo
Antes, en la antigua Israel, se tenía bien claro que cuando el hombre moría, la familia ayudaba a la esposa. El parentezco valía oro. En el sentido cristiano, Jesucristo es nuestra familia. ¡Él nos ayuda! Indicaciones del Apóstol Mayor.
Zambeze es una ciudad mediana con 65.000 habitantes ubicada junto al río homónimo en Zambia. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider visitó a la comunidad local el 25 de junio de 2017 llevando consolación y esperanza. Su prédica sobre Noemí, la que había quedado sola, no sólo es una historia tomada del Antiguo Testamento sobre la ayuda, sino una buena ayuda práctica para la vida de la comunidad actual: «Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios» (Rut 1:16).
Dios se ocupa de los que sufren
«Dondequiera que tú fueres …» son palabras conocidas de la Sagrada Escritura. El contexto muestra, como dijo el máximo dirigente de la Iglesia, que Dios acude en ayuda de los pobres y necesitados. Habiendo enviudado y sin recursos, ambas mujeres habrían quedado en una situación desesperante, pero «contrariamente a las apariencias, Dios no las había olvidado. Él se ocupó de sus necesidades y de su futuro». Lo interesante aquí es la impresionante fidelidad de Noemí, manifestó el Apóstol Mayor. «A pesar de toda su adversidad, no se rebeló contra Dios ni se entregó a los dioses del país que la acogió».
«Algunos de nosotros estamos pasando por situaciones tristes. Viéndolo humanamente podríamos decir: ¿Y dónde está ahora mi Dios?». Pero entonces hay que creer en Él con plena confianza, exhorta el Apóstol a los creyentes. Pues incluso si en el momento no podemos reconocer su ayuda, no sigamos a otros ídolos que prometen supuestamente ayudar. «Dios no olvida a los fieles. ¡Él es nuestro futuro!». ¡Qué principios tan sagrados de la fe en tiempos de turbulencias!
La salvación no por milagros, sino por Cristo
Asimismo es notable en la historia que Dios no se valió de un milagro para salvar a ambas mujeres, sino de una persona, de Booz. Él tuvo compasión por las dos mujeres que sufrían y les brindó alimentación, canceló las deudas de Noemí e intervino a favor de Rut dejando asegurado su futuro. Estas circunstancias las comparó el Director de la Iglesia con nuestra existencia actual: «Vayamos llenos de compasión hasta los pobres y desamparados. Seamos una herramienta en su mano». Seamos receptivos para los impulsos provenientes del Espíritu Santo, ¡así quiere acudir Dios en ayuda del prójimo: a través de nosotros!
Finalmente, la historia de Noemí y Rut es una imagen del hombre que cayó en el pecado. Jesucristo nos rescató a través de su sacrificio, de modo que hemos sido salvados de la muerte espiritual. «Él nos alimenta con la comida imprescindible para nuestra alma y nos quiere hacer su novia». Rut se hubiese podido contentar con encontrar a un hombre de su edad para volver a empezar su vida. «Hay tantas posibilidades para que nuestra vida sobre la tierra sea lo más hermosa posible. Pero nosotros queremos que sea salvada nuestra alma. Y el único que lo puede hacer, es Jesucristo. Él tiene la prioridad».
Ser ejemplo para las nuevas generaciones
Esto se lo deberíamos enseñar también a nuestros niños, finalizó el Apóstol Mayor sus pensamientos. «Pensemos especialmente en la generación joven. Para motivar a nuestros niños a seguir al Señor no nos podemos contentar con prometerles un futuro brillante. Tampoco queremos infundirles miedo. Esforcémonos simplemente por darles un buen ejemplo, demostrando humildad, serenidad y confianza en Dios. Alabemos a Dios en palabras y obras. Y ante todo estemos colmados de amor sincero y auténtico».