Primero morir, después vivir: cuando lo sembrado crece
Morir con Jesús significa resucitar con Jesús. Y esto no pasa en cualquier momento, sino precisamente aquí y ahora. Pero por eso nadie debe padecer la muerte como mártir. La nueva vida es más bien un tema de crecimiento.
«Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección». En torno a este texto bíblico de Romanos 6:5 giró el Servicio Divino del 19 de de abril de 2017 en Estrasburgo (Francia).
«Aquí en la epístola a los Romanos, el Apóstol nos explica que debemos morir con Cristo para poder vivir con Él. Dice al respecto que el morir con Cristo acontece en el Bautismo», describió el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el contexto. «Esto me planteó un acertijo: ¿qué significa?».
La respuesta la encontró en la imagen que deja traslucir el texto bíblico. «Dos plantas plantadas juntas van creciendo pegadas una con la otra y entrelazándose, de modo que forman una sola planta», explicó. «En el Bautismo somos sembrados en Cristo. Poco a poco vamos creciendo y somos cada vez más uno con Cristo, de manera que formamos una sola planta y somos uno con Él».
Compartir la muerte
«¿En qué nuestro Bautismo nos permite ser semejantes al Señor Jesús en su muerte?».
- En la victoria contra el pecado: «Aunque el infierno haga uso de todo su poder, no logrará separarme de Dios».
- En el seguimiento consecuente: «Jesús murió para que los hombres que creen en Él pudiesen llegar a ser bienaventurados». Y nosotros decimos: «Aquí estoy, me entrego a ti, estoy a tu servicio, quiero ayudar al hombre a llegar a tener esta fe».
- En la fidelidad hasta el fin: «Jesús murió para demostrar que es solidario con el hombre hasta el final y que no lo abandona, sino que sufre con él». Y nosotros le decimos al Señor: «Quiero quedar fiel hasta la muerte, nada me podrá separar de ti, nosotros dos somos uno».
Con nueva fuerza de vida
«Si estamos vinculados con la muerte de Jesús, podemos participar totalmente de la fuerza de su resurrección», dejó claro el Apóstol Mayor:
- «Esto es algo completamente nuevo para el hombre: gracias a la gracia de Jesús ya no tiene que arrastrar la carga del pecado».
- «A través de nuestro ejemplo debemos demostrar que uno no está obligado a hacer el mal. Si digo que no, Jesús me da las fuerzas para resistir al pecado».
- «En un mundo en el que las desigualdades son cada vez más manifiestas, más absurdas y más descaradas podemos anunciar: ‘Con Dios hay chances de semejanza, a cada ser humano le es dada la misma posibilidad de llegar a la nueva creación'».
«Acentúo especialmente esta nueva vida, pues es una vida al servicio del Señor», dijo el Director de la Iglesia: «Me preocupa mucho ver a tantos cristianos que tiran la toalla porque pueden llevar una vida absolutamente confortable sin Dios».
El mundo necesita fe
«Si ya no vives tu fe, entonces es como que se va apagando una luz después de la otra», advirtió el Apostol Mayor: «¿Te puedes imaginar un mundo en el que triunfe la injusticia?».
Por eso, «el mundo necesita cristianos comprometidos con su fe. El mundo necesita cristianos que demuestren que perfectamente se puede hacer el bien. El mundo necesita cristianos que anuncien que Dios es justo, que los que creen en Cristo todos tienen la misma chance: recibirán todo de Dios, la gloria eterna en el nuevo cielo y en la nueva tierra».