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Protección eterna en lugar de contento permanente

enero 21, 2015

Autor: Andreas Rother

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¿Alegría en el sufrimiento y en la aflicción? ¿No es irreal, acaso? Pues no, dice el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider, y explica cómo “la alegría en Cristo” puede tener vigencia a pesar de todo. He aquí algunos fragmentos de un Servicio Divino.

La lista que el Apóstol Mayor leyó el 4 de enero de 2015 en la ciudad bávara de Weilheim era larga y afligida: enfermedad, muerte, injusticia, imperfecciones del prójimo y propias, la merma de miembros en la Iglesia, la pérdida de la importancia del cristianismo en el mundo actual. Y concluyó: “El panorama, rosa no es”.

Dicho todo esto, ¿cómo llamar al 2015 año de la alegría en Cristo? “Oh, bueno, ¡vosotros sois tan ajenos a la realidad! Esto de ninguna manera va”, así se refirió el Apóstol Mayor Schneider a las posibles reacciones: “Por supuesto, cuando hay sufrimiento todas las personas nos sentimos afectadas, nos sentimos tristes y lloramos”.

Protección en Cristo

Pero la alegría en Cristo no significa sentirse contentos y estar alborozados pase lo que pase. Antes bien se trata del bienestar básico del alma, de la sensación de protección en Cristo. Y esto puede seguir siendo así, a pesar de que alguna vez no todo esté bien.

La posesión de un tesoro

La alegría en Cristo primero llega a partir de la alegría sobre el hecho de poseer un tesoro especial en Cristo. “Somos mucho más ricos de lo que a veces creemos ser”, recalcó el Apóstol Mayor. El espíritu de abajo es muy consciente de este valor. De lo contrario, el mal no intentaría quitárnoslo, separarnos del poder de Jesús con todo lo que está a su alcance. “Si nuestras vidas transcurren en situaciones de extrema dureza, sólo ocurre por el enorme valor que tiene el tesoro que poseemos.”

Cristo sufre con nosotros

La alegría en Cristo también debe ser experimentada cuando sentimos la cercanía del Señor en pleno ataque del sufrimiento. ”Él sufre con nosotros. Él está muy cerca de nosotros“, remitió a la persecución de los cristianos por medio de Saulo. Dice el Apóstol Mayor que Jesús no preguntó: “¿Por qué persigues a mi comunidad?“, sino: ”¿Por qué me persigues?” (Hechos 9:4). El Señor está cerca aún en las últimas horas de vida. Como ejemplo, el Apóstol Mayor mencionó al diácono Esteban, quien en el cielo abierto vio a Cristo parado a la diestra de Dios (Hch. 7:55).

La alegría de superar

Además, la alegría en Cristo se origina en la alegría de superar: “Justamente en la prueba, cuando queremos conservar la relación con Jesús, Él nos dona la fuerza para ello”, así expresó el Apóstol Mayor Schneider. “Entonces somos capaces de superar la enfermedad, la muerte, el peligro, la injusticia y logramos permanecer unánimes con el Señor”.

Doble esperanza

Y, finalmente, la alegría en Cristo, dijo el Apóstol Mayor, nace de una doble esperanza: por un lado de la esperanza de redención. Porque: “El Dios que resucita a los muertos será el que nos salve. Él puede hacer posible lo imposible“. Y por el otro lado, encontramos la esperanza en la gloria eterna con el Señor, porque quien permanece fiel a Él será transfigurado por gracia a su semejanza.

“Estas son las alegrías que podemos experimentar, incluso cuando a veces nos va muy mal”, concluyó el Apóstol Mayor y dijo: “Esta es una promesa de nuestro Dios todopoderoso”.

Foto: NAK Süddeutschland

enero 21, 2015

Autor: Andreas Rother

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