“Una vez no pasa nada” es un dicho popular que relativiza la decisión que se toma para resolver algún caso aislado. De hecho, un caso aislado no es decisivo, sino que lo son los valores básicos internos del ser humano.
Se toman 20.000 decisiones diarias, explica la ciencia. La mayoría de ellas son pequeñas cosas que se deciden en el subconsciente y de ninguna manera constituyen procesos de toma de decisiones que duran horas o días. Pero a veces en la vida del hombre también hay que decidir sobre cosas fundamentales, un a favor o en contra, un sí o un no. Algunas de estas decisiones se toman rápida y claramente, otras requieren de mayor reflexión.
Discurso, discusión y decisión
Alrededor de 1245 a. C. Josué exigió una de esas decisiones fundamentales. Poco antes de su muerte, cuando tenía alrededor de 110 años, convocó a los representantes de las tribus de Israel a un reunirse en Siquem. Las Sagradas Escrituras se refieren a esta reunión histórica como el discurso de despedida de Josué. A unos 20 kilómetros al norte de Jerusalén, se reunieron los ancianos, los príncipes, los jueces y los oficiales con el antiguo siervo de Moisés, el exitoso comandante del ejército y explorador Josué.
De acuerdo con el significado de su propio nombre, “Jehová es la salvación”, Josué habló de su pasado común. Señaló que Dios los había liberado del cautiverio en Egipto, que los había cuidado durante los 40 años de marcha por el desierto y que finalmente había cumplido su promesa y los había llevado a la tierra prometida de Canaán. Un Dios en el que el pueblo podía confiar, concluyó (Josué 24:1-13).
Dilema en el pasado
Las mentes inteligentes de la época señalaron que todo eso era correcto: Jehová era un Dios del desierto y de la lucha contra otros pueblos. Pero ahora, en la tierra de los amorreos, también estaban Baal, Astarté y otras deidades que harían el bien a la gente y asegurarían la fertilidad y la felicidad. Era de suponer que ahora reconocerían a esos dioses para sus actividades en la nueva tierra, en el nuevo tiempo.
Josué se dio cuenta de este dilema y pidió a los representantes de las tribus que tomaran una decisión. Y en seguida hizo pública su propia decisión personal: “Yo y mi casa serviremos a Jehová” (de Josué 24:15). No quería servir ni a los dioses que sus antepasados habían adorado cuando estuvieron al otro lado del río ni a los dioses de los amorreos.
Preguntas en el presente
¿Qué papel cumple el creyente hoy en día? ¿Está en el lugar de Josué que quiere convencer a otros de sus experiencias con Dios y de los conocimientos que ha adquirido, o en la posición de los representantes de las tribus que aún no han tomado una decisión y están pensando qué hacer?
La historia ofrece suficientes paralelismos con nuestra propia posición. Aunque muchas cosas son diferentes a los tiempos del Antiguo o del Nuevo Testamento, las personas del siglo XXI poseen un concepto moderno de la personalidad, cada persona a partir de cierta edad toma sus propias decisiones y la fe ya no se decide para toda la familia, también hoy en día es necesario tomar decisiones fundamentales y una de ellas es: a favor o en contra de Dios.
Decisiones fundamentales y en casos aislados
Una de esas decisiones fundamentales es tomada por los cristianos. Se la ha podido escuchar durante miles de años en los votos de Bautismo y Confirmación: El hombre acepta a Jesucristo como Señor de su existencia creyendo en Él, el Hijo del Hombre y de Dios muerto y resucitado. Y esta decisión se puede reconocer en la vida cotidiana, cuando el creyente toma a Jesucristo como su modelo. Como Jesús, el cristiano quiere tratar a su prójimo sin prejuicios, ayudando, consolando, buscando la paz y deseando su salvación eterna.
Y luego están las muchas decisiones en casos aislados. Como en los tiempos de Adán y Eva, también es necesario hoy en día decidir en contra del deseo de creerse superior a Dios. Al igual que antiguamente sucedió con Judas Iscariote, también hoy es importante resistirse a la decepción y la avidez, y como pasó con Marta en aquel momento, también hoy es importante una y otra vez dar la prioridad adecuada a las cosas materiales y espirituales.
Yo y tú
De la decisión fundamental “a favor del Señor” también va creciendo la dirección a seguir y la fuerza para enfrentar un sinnúmero de decisiones aisladas. Dios ha elegido al hombre. Ahora el hombre es exhortado a responder a Dios (Éxodo 19:5-6). ¿A qué Dios quiere servir? ¿A qué Dios quiere adorar? Josué tuvo una respuesta clara y convenció a las personas que lo estaban escuchando.
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