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Servir como un esclavo

27 08 2025

Autor: Oliver Rütten

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Ni el ministerio ni los logros traen la salvación, sino el corazón y la actitud. Y para todos los que participan activamente en la Iglesia, esto significa, según el Apóstol Mayor: servir por amor, sin esperar nada a cambio.

El 2 de mayo de 2025, alrededor de 1.400 creyentes se reunieron en Palanca/Luanda (Angola) para un Servicio Divino para portadores de ministerio con el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Lo acompañaron los Apóstoles de Distrito Stefan Pöschel, John Schnabel y Kububa Soko, el Ayudante Apóstol de Distrito João Misselo y el Apóstol Dimitrios Diniz. La base de la prédica fue Mateo 7:21: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.

El encargo de alimentar adecuadamente

Al comienzo, el Apóstol Mayor centró su atención en la esencia del obrar espiritual. “Servimos al Señor, no a los seres humanos”, subrayó. “No servimos al Apóstol Mayor, ni al Apóstol de Distrito, ni a los Apóstoles. Y eso es un gran consuelo”. Lo decisivo es lo que Cristo espera de los portadores de ministerio: deben “dar al pueblo de Dios el alimento adecuado en el momento adecuado”. Este alimento no es otra cosa que el Evangelio.

Pero no todo servir cumple esta exigencia. Se trata de dar el alimento adecuado en el momento adecuado. “No basta con comprender y conocer la doctrina de Jesucristo y la doctrina de la Iglesia Nueva Apostólica. También debemos dar el alimento en el momento adecuado”. Para ello es necesaria la cercanía a la comunidad: “Debemos estar cerca de los hermanos y hermanas. No se trata de predicar, se trata de asistencia espiritual”.

El ministerio y las obras no son garantía

El Apóstol Mayor advirtió detalladamente contra el hecho de vincular la salvación a los ministerios o los logros. “Un Apóstol Mayor no va necesariamente al cielo. Aunque haya realizado un trabajo fantástico”. Recordó a Juan el Bautista: había cumplido perfectamente su encargo y, sin embargo, no logró su propia salvación.

“Aunque hayamos cumplido perfectamente nuestro encargo, eso no es garantía de que estemos presentes en el día del Señor. Pablo dice incluso que las buenas obras no son suficientes”. Lo decisivo sigue siendo la actitud interior: la propia fe, el propio amor, la propia esperanza. “Y eso es lo que debemos tener en cuenta. ¿Hago la voluntad del Señor?”.

Examinar la actitud del corazón

“Tenemos que ocuparnos de: ¿Es correcta la actitud de mi corazón? ¿Sirvo realmente en mi ministerio como Jesucristo espera de mí?”. Para reconocer la actitud correcta, el Apóstol Mayor mencionó varias “señales de alarma”.

  • Una interpretación errónea del ministerio: “Si el ministerio se ve como una oportunidad para ser respetado, ganar prestigio, ejercer cierto poder, entonces algo no está bien”. La envidia y las luchas de poder son peligros que también pueden surgir dentro de la Iglesia.
  • El manejo del dinero: “Jesús entró en el templo y echó a los vendedores. Dijo muy claramente: Ninguno puede servir a dos señores: a Mamón y al Señor”. Cuando la posición en el ministerio se convierte en un medio para enriquecerse, se ha fallado en el encargo.
  • Un enfoque excesivo en las cosas terrenales: “Cuando los portadores de ministerio se preocupan demasiado por los asuntos terrenales, siempre temo que quieran ejercer su poder. Nuestra tarea es dar el alimento adecuado en el momento adecuado, no gobernar”.
  • La hipocresía: “Sois como sepulcros del cementerio. Por fuera muy hermosos, completamente blanqueados, pero por dentro llenos de huesos e inmundicia”. El Apóstol Mayor centró su atención en estas palabras de Jesús. Las conductas secretas indebidas socavan toda credibilidad.
  • El deseo de condenar y castigar: Por el contrario, se refirió al trato de Jesús con la mujer adúltera y con Zaqueo. “Nuestra labor no es juzgar y castigar, sino amar. Y cuando los que nos han sido confiados se sientan lo suficientemente amados, cambiarán. ¡El Señor lo logrará!”.

Servir por amor

Al final, el Apóstol Mayor volvió a llevar los pensamientos a la imagen del servir. “El más grande entre vosotros será vuestro servidor”. El ejemplo de Jesús al lavar los pies es la norma para todos. “Si se mira con atención, Él habló de un ‘esclavo’. Debemos servir como un esclavo, es decir, sin recibir nada a cambio”.

No se trata de reconocimiento o éxito, sino de gratitud y amor a Cristo. “Simplemente lo hacemos por amor a Dios y al prójimo”. Quien sirva así, puede esperar la promesa: “Participaremos en la gran cena en el cielo. Jesús mismo nos servirá”.

27 08 2025

Autor: Oliver Rütten

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