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Servir en el sentir de Jesucristo: una guía

septiembre 1, 2015

Autor: Andreas Rother

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El que recibe una tarea para hacer en la Iglesia sabe que está al servicio de Dios y del prójimo. ¿Pero qué representa esta conducta de servicio? Una guía de un Servicio Divino del Apóstol Mayor.

«Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo». Este texto bíblico de Juan 17:18 estuvo en el centro del Servicio Divino que ofició el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 27 de junio en la comunidad Gendeng en Yogyakarta/Indonesia. Unos 1.900 portadores de ministerio y sus esposas participaron de la prédica en esa comunidad y en 40 lugares de transmisión.

Ejemplo de servir: Jesucristo

Como ejemplo absoluto de una conducta de servicio mencionó a Jesucristo: «Así como Jesús fue enviado por el Padre a la tierra, también nosotros fuimos enviados para ser servidores». Y: «Nosotros queremos servir así como sirvió Él». Forman parte de esto ante todo sus palabras: «Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió» (Juan 7:16). «Nosotros somos servidores del Señor. Esto significa que anunciamos su palabra y su doctrina, y no nuestras propias ideas y opiniones», destacó el Apóstol Mayor Schneider.

«Enseñar el Evangelio significa anunciar cosas que son válidas para cada uno en cada situación. Todo lo demás no es realmente el Evangelio», mencionó como parámetro. «Es claro, necesitamos reglas, pero en lo que a ellas concierne nos debemos apoyar en el Evangelio. No es tarea nuestra, establecer nuevas reglas». Como portador de ministerio no se puede afirmar: «Si tú andas por este camino y tomas en cuenta esta regla, alcanzarás la redención». Todo lo que puede decir un portador de ministerio es: «Si pones por obra el Evangelio, serás redimido».

No ejercer poder

«Estoy absolutamente convencido de que como Apóstol Mayor sólo soy una herramienta», acentuó. Quizás Dios diga ya mañana: «Okay, necesito una nueva herramienta». Él entonces llamará a otro hombre. «Nosotros como personas no somos decisivos. La comunidad no es nuestra. Nuestra comunidad es la comunidad del Señor».

Las tentaciones de Jesús en el desierto mostraron que Él renunció a aprovechar su poder para sí mismo y para otros. Tampoco se puede como portador de ministerio aferrarse al poder y ejercer dominio sobre la vida de los miembros de la comunidad «para que estemos seguros de que ellos nos seguirán». Como ejemplo el Apóstol Mayor mencionó intimidaciones como: «Si no vienes a los Servicios Divinos, puede pasar esto o aquello». Entonces «ejerceríamos el poder para cumplir nuestro encargo».

Tratar al hombre en pie de igualdad

«Jesús sirvió al hombre. Él sirvió a todos, a los hombres buenos y a los malos», puso en claro el Apóstol Mayor. «Es Dios el que decide quién pertenece a su pueblo. Esto no es tarea nuestra. Él quiere que sirvamos a todos los que Él ha escogido, aunque ellos no nos amen, aunque no estén de acuerdo con nosotros e incluso aunque estén en contra de nosotros».

«Jesús hasta dio un paso más. Él vino hacia el hombre. Su preocupación fue siempre: ¿Estoy lo suficientemente cerca del hombre?», expresó el Apóstol Mayor Schneider. «Jesús estuvo muy cerca del hombre, en pie de igualdad. Hagamos lo mismo y estemos cerca de los seres humanos».

Ser ejemplo y ayuda

«Un siervo se diferencia de un maestro», explicó. No alcanza con sólo anunciar el Evangelio. «Debemos anteceder con un buen ejemplo. Somos los primeros para los que es válido lo que predicamos. Lo que decimos, lo debemos hacer». Además: «Es hermoso anunciar la doctrina, pero más importante es estar junto a nuestros hermanos cuando ellos necesitan ayuda». Pues: «Un siervo de Dios no sólo es maestro, sino también ayudador».

Y el punto más importante para el Apóstol Mayor: «Jesús no sirvió para recibir una recompensa. Él sirvió para dar algo al hombre. Esa fue su única motivación». Los portadores de ministerio tampoco sirven para recibir una recompensa por ello. «Nuestra motivación es: queremos que nuestros hermanos reciban lo mismo que anhelamos nosotros: la redención. Y como los amamos, queremos que alcancen la misma meta que nosotros: estar eternamente con el Señor. Esto es lo que hace a un maravilloso siervo de Dios».

septiembre 1, 2015

Autor: Andreas Rother

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