Siguiendo las huellas de Enoc: sucesores, predecesores, compañeros de camino
A veces es de gran ayuda mirar con atención. Y a veces, una sola palabra explica prácticamente todo. Igual que en el caso de Enoc, aquella misteriosa figura de los tiempos anteriores al diluvio universal. Porque aquel hombre es el que tiene preparada la guía de los caminos de acceso directo al cielo.
«Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios». Con estas palabras extraídas de Génesis 5:24 se expresa lo más importante sobre Enoc. El que quiera saber más, deberá abrirse paso en la información.
El «séptimo desde Adán» (Judas 14) no debe ser confundido con el (anterior) hijo de Caín que llevaba el mismo nombre y el (posterior) primogénito de Rubén. Enoc abandonó este mundo a la edad bíblica de 365 años. Puede considerarse que lo hizo relativamente pronto, si tenemos en cuenta que las generaciones anteriores y posteriores vivieron entre 700 y 900 años. Pero este número concreto (de los días de un año) simboliza que fue una vida plena.
Dentro y fuera de la Biblia
En la tradición extrabíblica se le adjudica que fue intérprete de los sueños y astrónomo, juez y escriba, inventor de la escritura y del calendario solar. Las obras recopiladas sobre él son llamadas por el idioma, en el que en su mayor parte se han conservado: el Enoc etíope, el eslavo y el hebreo. En el canon de las escrituras que se reconocen como santas sólo un libro llegó a trascender y solamente para la Iglesia Ortodoxa-Etíope.
Aún así, Enoc gozaba de gran reputación: Sirach lo menciona primero en su alabanza de los patriarcas (Sirach 44-49), antes inclusive de Noé, Abraham, Isaac y Jacob. Lo llama modelo de reconocimiento (en el texto hebreo) o exhortación al arrepentimiento (en el texto griego). Y concluye: «Nadie ha creado en la tierra que sea igual a Henoch, pues él fue quitado de la tierra» (Sirach 49:16).
El rapto como trama que se desarrolla
Sobre su rapto la Biblia nada dice, concretamente: no aparece ni un carro de fuego, ni corceles en llamas como es el caso de Elías, no hay ascensión al cielo en una nube como sucedió con Jesucristo. Enoc, lisa y llanamente, «es quitado», ya no está más.
A pesar de todo, en el rapto puede observarse la trama de una evolución: mientras que en el caso de Enoc el primer rapto ocurre sin testigos, el sucesor de Elías participa vívidamente del rapto de éste y en el caso de Jesús, finalmente todo el grupo de discípulos está presente con Él y junto a Él.
Y aún más: la evolución señala al futuro. Así como los raptos de Enoc y de Elías son casos aislados que sólo remiten al cumplimiento de la promesa por medio de Cristo, la ascensión de éste permite anticipar un suceso mucho más amplio: el rapto de la comunidad nupcial cuando Él retorne rodeado de nubes.
El andar: en la fe, las obras, la luz
Para la mayoría de las personas, este camino es allanado únicamente por la muerte y la resurrección de Jesucristo. En cambio, de Enoc, ciertamente, se puede aprender la manera de transitar este camino.
Hebreos 11:5 nos brinda el enfoque doctrinario relacionado: «Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte…» Efesios 2:10 agrega el andar «para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano» y completa así lo expresado en 2 Corintios 5:7 en cuanto al andar en la fe, no por vista (no por lo que se sabe). Ambas maneras de andar conducen al andar en la luz de la esencia de Jesús (Juan 8:12).
La breve preposición «con» proporciona el enfoque práctico: el que sigue al Señor, normalmente le sigue «detrás» (Salmos 84:6). Unos pocos, como por ejemplo Abraham, anduvieron «delante» de Dios (Gn. 17: 1). Esto significa que posaba ojos con buena voluntad sobre ellos y les dispensaba especial dedicación.
Atreverse juntos a más
Sólo dos veces en toda la Biblia se menciona que alguien anduviera «con» Dios. Son los casos de Noé (Gn. 6:9) y de Enoc como hemos citado. La breve palabra deja la marca de un trato de mucha familiaridad. Y fue así que en ciertas versiones de la Biblia la versión de Gn. 5:24 versaba: vivió con Dios; vivió en estrecha unión con Dios, vivió en comunión con Dios.
¿Qué es necesario para este proceder mancomunado? Quedémonos con la imagen del andar, para el que no sólo es necesario tener una meta conjunta, sino transitar el mismo camino e incluso guardar el mismo paso. ¿Te orientas en la voluntad de Dios? ¿Confías en la forma en que te guía? ¿Eres lo suficientemente paciente?
No se camina el uno junto al otro guardando silencio. Noé oía a Dios y conversaba con Él. ¿Dialogas con Él en la oración? ¿Oyes las palabras de Dios? ¿De la prédica? Y en esta voz baja en tu interior, que el devenir cotidiano de algún modo silencia: ¿en el obrar del Espíritu Santo?