Siguiendo las huellas del Hijo en el camino hacia el Padre
¿Cómo llegar sin inconvenientes a una meta? Sin duda, siguiendo las huellas que ha dejado un predecesor exitoso. ¿Cómo conduce al hombre hacia el Padre celestial, el ejemplo dejado por el Hijo de Dios? El Apóstol Mayor nos guía en la búsqueda de sus huellas.
“Pablo, a su modo, era capaz de decir mucho en apenas unas pocas palabras”. De este modo, el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider comenzó su prédica del 11 de diciembre de 2016 en Hannover, Alemania. Concretamente citó la palabra bíblica de Gálatas 4:4-5: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”.
Dios verdadero…
Los versículos citados se refieren a la encarnación del Hijo de Dios: “Jesucristo es Dios verdadero y fue hombre verdadero”, comentó la máxima autoridad de la Iglesia. “Era la imagen a semejanza del Dios invisible. Dios vino a la tierra, el Hijo de Dios, y a través de Él, en Él, fue posible ver y reconocer a Dios como era y como es realmente”.
- Dios es la verdad. “El Hijo de Dios estaba ahí. Dios lo había prometido y, finalmente, se cumplió”.
- Dios es amor. No es un amor teórico, sino un amor activo: “Fue hasta el final, hasta bajo la cruz”.
- Dios está cerca. “Él compartió la suerte del hombre, también el dolor y la muerte”.
- Dios es gracia. “No es el Dios que busca venganza y quiere castigar al hombre”.
- Él es el Todopoderoso. “Nadie lo pudo detener. Fue más fuerte que la muerte”.
… y hombre verdadero
“Jesús encarnó en un hombre como todos los demás, igual a todas las otras personas y, no obstante ello, era el Hijo de Dios”, dijo el Apóstol Mayor. “¿Cómo comprender todo esto?”
- Jesús es el nuevo Adán: “El hombre que tiene la relación correcta con su Dios”.
- Jesús es primogénito entre muchos hermanos. “A los que creen en Jesús, a ellos les dio el poder de convertirse en hijos de Dios.”
Y esto significa: “Como hijos de Dios nos queremos convertir en la imagen a semejanza de Dios”. Totalmente concreto: “Ser así como fue Jesucristo y tener la misma relación con Dios como la que tuvo Jesucristo”.
La semejanza como modelo
“¿Qué había de especial en el Hijo de Dios en la tierra?”, decía la pregunta que buscaba algún principio rector, y “¿Qué nos ha de distinguir a nosotros?”
- La clara conciencia de su carácter de Hijo de Dios. “Como hijos de Dios sabemos que estamos en camino hacia el Padre. Esta conciencia debe vivir en nosotros, cada día, en cada circunstancia de nuestra vida; ya que sabemos que las cosas no quedarán así, que se trata solamente de una etapa y que estamos en camino hacia el Padre.”
- La unión ferviente con el Padre celestial: “Lo debemos oír, debemos hablar con Él, porque lo queremos conocer mejor». Para ello es necesaria la palabra del Espíritu Santo y una activa vida de oración.
- Es la confianza sin límites en el Padre: “Ya no comprendo absolutamente nada, estoy en mi límite, ya no puedo más, ahora todo es demasiado para mí, pero, Padre, yo confío en ti, coloco todo, absolutamente todo en tus manos”.
- La obediencia frente al Padre. “Tenemos nuestras ideas, tenemos nuestros deseos, todo ello está en orden. Somos conscientes de lo que se nos ofrece en este mundo y lo aprovechamos, pero hay un límite que es la voluntad de Dios”.
- El servicio en el hombre: “Nos ponemos al servicio de nuestro prójimo para servir a Dios. La salvación es materia del Señor, pero nosotros estamos al servicio para que las personas puedan reconocer el ofrecimiento de gracia”.
“Esto no viene de mí, viene de Pablo”, dice el Apóstol Mayor al final de su prédica. “Dios ha enviado a su Hijo. Él fue hombre en esta tierra, pero también era el Hijo de Dios. Debemos adoptar esta imagen a semejanza, porque somos hijos de Dios. Creo que es una tarea muy hermosa”.