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Su función es proteger al hombre y cuidar la creación

febrero 26, 2019

Autor: Jens Lange

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Practicar el amor al prójimo como misión: Brigitte Zietlow viaja por países emergentes para mejorar allí las condiciones de vida y de trabajo de las personas. Todos la pueden apoyar cuando van de compras.

Le encanta su profesión. Brigitte Zietlow quiere que las cosas cambien. No en cualquier parte, sino allí donde se fabrican los productos textiles y el calzado para Europa. Una proporción cada vez mayor de la producción se realiza en países emergentes. En la India, donde el cuero se curte bajo condiciones casi indescriptibles, donde los ríos brillan a veces en color rosado y otras en azul, según los químicos usados para el color de moda de la temporada.

«Dios quiso que fuese así»

Nacida en una familia nuevoapostólica, en la República Democrática de Alemania Brigitte vive al margen de la sociedad. No concurre a las organizaciones a las que habitualmente asistían los niños y jóvenes de aquella época. A pesar de sus muy buenas notas, su solicitud como técnica de un laboratorio químico es rechazada. Pero luego una joven maestra se hace cargo de su clase. Ella ve a una joven mujer a la que había que estimular. «Gitti, tienes que hacer el bachillerato», le dijo.

Pero no pudo estudiar en Berlín. Solo consiguió un lugar en Chemnitz, donde había una vacante para estudiar como técnica en cueros. El muro cayó, Brigitte terminó sus estudios, se mantuvo a flote con diferentes empleos. Pero luego llegó el concurso público del Ministerio Federal de Medioambiente.

El Ministerio buscaba una experta para la industria textil y de los cueros. Brigitte Zietlow era la única postulante externa y obtuvo el puesto en Dessau. «Me tomaron a pesar de que me faltaba todo el conocimiento interno», se asombra todavía hoy. Y está convencida: «Dios quiso que fuese así».

Después de dos «casi accidentes», Brigitte Zietlow busca una vivienda en Dessau. Dos o tres noches en la semana se queda allí y habla por teléfono con su esposo y las hijas. «Quizás entonces hablábamos más que en casa», sonríe.

Trabajando como mediadora

Emprendió su tarea como colaboradora del Ministerio Federal de Medioambiente con gran energía. Entretanto viaja tres a cuatro veces por año por una a tres semanas a la India intentando llamar la atención de los involucrados: las autoridades, los productores textiles, las personas que viven allí.

En la India hay estándares medioambientales absolutamente ambiciosos, me cuenta. Pero llevarlos a la práctica globalmente y ante todo controlar los valores límite es muy difícil. No ayuda si se manipulan los equipos de medición o si solo se determinan los excesos o inobservancias, pero no se cambia nada. Entonces el agua impura se derrama en los campos y llega al circuito de la alimentación.

Por eso hay que generar una aceptación del cumplimiento de los estándares y convencer. Aunque la sensibilización por los materiales perjudiciales para el medioambiente está creciendo lentamente, precisamente la estricta jerarquía y las castas llevan a que los cambios a menudo puedan tener lugar solamente con muchos esfuerzos. «Existe una cantidad increíble de emprendimientos de producción, pero solo poco personal directivo».

El consumo masivo produce desechos

«Hasta ahora no existe un intercambio de información entre todos los involucrados». Su rol como mediadora no es fácil. En la India hay muy pocas mujeres fuertes a cargo de funciones directivas. Tienes que ganar puntos por medio de conocimientos y presentaciones», explica. «Y soportando algunas cosas», agrega.

Y después me cuenta de las regiones en las que los desechos de las curtiembres se depositan al aire libre. «Los obreros caminan descalzos por el lodo venenoso o ponen sus manos dentro de los recipientes con químicos. Los niños juegan sobre los vertederos de residuos». Algunas personas vivirían entre los barriles que contienen productos químicos. Me cuenta de fábricas textiles en las que hace un calor insoportable. «Más que afuera, eso que ya tuvieron temperaturas superiores a los 50 grados Celsius».

¿Ejercen sus experiencias profesionales alguna influencia sobre sus propias decisiones de lo que compra? «Naturalmente sigo comprando ropa», dice Brigitte Zietlow sonriendo: «… y no solo cosas orgánicas y ecológicas». Pero la sensibilidad por el tema va cambiando.

El problema es el consumo masivo. La mercadería se convierte en artículos de desecho. Los precios bajos sugieren que la vestimenta casi no tiene valor. «Lo que no queda bien, no se devuelve. Simplemente se tira», destruyendo así el trabajo de aquellos que producen poniendo en riesgo su propia salud. Hasta el 40 por ciento de la ropa después de la compra ni siquiera se usa. «Deseo que muchas más personas no solo lo sepan, sino que sientan empatía con esas personas que trabajan allí».

febrero 26, 2019

Autor: Jens Lange

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