Hizo salir a la Iglesia Nueva Apostólica de una crisis de fe y mucho más: el Apóstol Mayor Walter Schmidt nació hoy hace 125 años. ¿Cómo consiguió superar ese estado tan excepcional? Una aproximación.
La herencia que recibió Walter Schmidt, como se puede imaginar, fue muy difícil. El 6 de julio de 1960 había fallecido Johann Gottfried Bischoff, el Apóstol Mayor que con su mensaje había anunciado que el retorno de Cristo pasaría durante su vida. Su sucesor, entonces, tuvo que hacerse cargo de una Iglesia consternada.
Dirigido hacia adentro
«Fiel a las palabras del Apóstol Mayor, callaré ante todos los ataques que vengan de afuera», dijo Walter Schmidt en su primer Servicio Divino al frente de la Iglesia. Pues no quería ofrecer superficie de roce. Lo que había que hacer es no dirigir la mirada hacia afuera, sino hacia adentro. Resguardar, salvaguardar, llevar a la consumación, veía en esto su deber en aquel momento.
Estas palabras programáticas mostraron el camino que recorrería, imperturbable, el westfaliano de nacimiento: la Iglesia Nueva Apostólica se encerró en sí misma y se concentró sólo en ella. Y lo hizo con todas sus consecuencias, hasta el «no» que opuso al Consejo Mundial de Iglesias que la había invitado a Ginebra para debates exploratorios.
Experimentado en conflictos
Para poder entender esta elección de la dirección a seguir, se necesita echar un vistazo a la historia previa: aunque Walter Schmidt estaba a fines de los años 1940 entre los Apóstoles que sugirieron al Apóstol Mayor Bischoff que nombrase a un sucesor, se presentaba más bien como un mediador. «A pesar de que es el Apóstol más joven en el ministerio, es un hombre muy tranquilo y objetivo», lo elogió el Director de la Iglesia de ese entonces en una carta de marzo de 1948. Ya aquí llama la atención cuánto se esforzaba Walter Schmidt para que el ministerio de Apóstol Mayor no sufriese daños.
El entonces Apóstol tuvo de reunir a continuación toda una serie de experiencias con la superación de situaciones de conflicto: desde 1949 en Sarre, desde 1951 en Renania y desde 1955 en los Países Bajos. Parecía alcanzar el límite del dolor siempre que veía cuestionado el ministerio de Apóstol Mayor. Entonces pasaba a la confrontación, como también lo demuestran las circulares dirigidas a los Apóstoles en los primeros años de su período como máxima autoridad de la Iglesia.
Estructurador
¿Hubiese existido otro camino? Los historiadores podrán debatir al respecto. El hecho es que: «Según todos los informes, la crisis espiritual desatada por la muerte de Bischoff sólo duró muy poco tiempo», establecieron los científicos religiosos evangélicos ya en el otoño boreal de 1960. «La comunidad nuevoapostólica siguió siendo una unidad consolidada y resistió todos los ataques de parte de las Iglesias como otros lados».
Aún más: en lugar de derrumbarse y menguar, la Iglesia en los 15 años del período ministerial del Apóstol Mayor Schmidt registró un claro crecimiento. La cantidad de miembros se duplicó a cerca de un millón, la cantidad de países con comunidades propias se duplicó a 120.
Y finalmente: el Apóstol Mayor consolidó a la Iglesia en muchas áreas por medio de medidas organizativas. Hizo posible que los Apóstoles se dedicasen de tiempo completo a la Iglesia. Estableció la iniciativa de tener una carpeta de coro uniforme y una obra de enseñanza en común para las clases de religión. Y, con un emblema en común para todo el mundo, le dio a la Iglesia una cara uniforme, también hacia afuera. Esos fueron fundamentos sobre los cuales sus sucesores pudieron edificar y conducir a la Iglesia hacia una nueva era.