«¡Demasiado tarde! ¡Ya de nada sirve!». Así le decía la gente a Jesús hace 2.000 años antes de resucitar a un muerto. Y hoy también se escucha una y otra vez este pensamiento tan reacio, dice el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider.
Con más de 3.000 hermanos y hermanas se reunió el máximo dirigente espiritual el sábado 19 de agosto de 2017, en Luena (Angola) para un Servicio Divino en el «Pavilhão Gimnodesportivo». Fue objeto de la prédica del Apóstol Mayor el relato de la resucitación de la hija de Jairo. En la Sagrada Escritura dice al respecto: «Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente» (Marcos 5:41-42).
Levántate
Jairo era un judío creyente que dirigía una sinagoga. Su única hija, de doce años de edad, estaba enferma y agonizando, informa el Evangelio de Marcos. Jairo fue a Jesús y le pidió que la sanara. Jesús accedió; en el camino hacia donde estaba la hija, sin embargo, se encontró con una mujer enferma, se tomó tiempo para ella, la sanó y finalmente llegó demasiado tarde donde estaba la hija, ya muerta, de Jairo. «Pero Jesús dijo: ‘Tu hija no está muerta’. Todos se burlaban de Él, mas el Señor fue con los discípulos y con los padres hasta la hija, tomó su mano y dijo: ‘¡Levántate!’. Y la niña se levantó», expresó el Apóstol Mayor Schneider.
Yo estoy contigo
«¿Qué significa esto para nosotros hoy? Nosotros también necesitamos una y otra vez la ayuda de Dios. Pase lo que pase en nuestra vida, vayamos siempre a Dios y pidámosle ayuda», solicitó el dirigente de la Iglesia. Jesús está junto a las personas, es partícipe de su sufrimiento, de sus preocupaciones, de las injusticias. «‘¡Yo estoy contigo!’, esta es la primera respuesta de Dios». Jesús tiene muchos caminos para consolar y fortalecer.
Enfrentar a la duda
Sin embargo, una situación también puede empeorar. Pese a que uno experimenta la presencia de Jesús y recibe consuelo, los problemas, enfermedades y guerras no terminan con ello. Vienen pensamientos como ‘¿Ves? De nada sirve todo eso. Basta, aquí no encuentras ayuda’. Esta duda es totalmente normal, explica el Apóstol Mayor Schneider. «También en esos momentos busquemos al Señor. Él nos dice: ‘¡No temas, cree solamente!’. Creer significa: confiar en Dios y tener paciencia».
La ayuda de Dios es más grande que el entendimiento humano
La ayuda de Dios siempre es más grande que todo lo que pueden pensar los seres humanos. Y el Apóstol Mayor complementa: «Después se dice: ‘Sí, esos hablan del más allá. Luego vas al cielo, entonces estarás feliz. Pero eso sólo lo dicen para consolar a la gente. Un consuelo barato. Si todavía nadie volvió del más allá’. ¡No!, tenemos plena confianza en Jesucristo». Esta es la convicción de los creyentes: Jesucristo puede reparar el daño más grande y transformar en alegría el mayor sufrimiento.
Comunión con Dios
Jesús despertó a la niña tomándola de la mano y hablando con ella. Con este milagro anunció su propia resurrección y con ella, su victoria sobre la muerte. Quería mostrarles a los hombres que puede liberarlos de la muerte espiritual –la separación de Dios– y regalarles la vida eterna –la comunión con Dios–. Para hacerlo posible, no se necesita de acciones espectaculares. Ni entonces ni hoy: «Jesús redime de la muerte y regala vida eterna dispensando los Sacramentos –esto es un acto que acontece en nosotros– y a través de su palabra. Si nos dejamos tomar de la mano, respondemos a la palabra y actuamos en forma acorde, seremos redimidos de la muerte espiritual y recibiremos la vida eterna».