El Servicio Divino para portadores de ministerio del 30 de julio se refirió al temor y la alegría. El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider utilizó un pasaje bíblico del Antiguo Testamento, que sigue siendo de gran actualidad, para mostrar cómo ambos son compatibles.
En las palabras de bienvenida en Paramaribo (Surinam), el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider agradeció a los portadores de ministerio por su trabajo en la Iglesia: “Soy consciente cuando veo a los hermanos y hermanas en algún país que esto solo es posible porque hay hermanos que se han mostrado dispuestos a servir al Señor y cumplir su servicio. Así que hoy también quiero daros las gracias, queridos hermanos, queridas hermanas, por vuestra disposición a servir”.
Para este Servicio Divino, el Apóstol Mayor Schneider utilizó una palabra de Salmos 2:11: “Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor”. Aunque esta palabra bíblica está en el Antiguo Testamento, “para nosotros es un anticipo de la venida del Hijo de Dios a esta tierra”. A continuación, el Apóstol Mayor desglosó la palabra bíblica.
Servir al Señor
Jesucristo dio a los portadores de ministerio la autoridad ministerial para servir. “Eso significa utilizar las propias fuerzas, comprometerse, esforzarse”, dijo el Apóstol Mayor. “Así que no podemos servir al Señor simplemente ordenando a otros lo que deben hacer”.
Servir significa mucho más:
- Aprender: “Hay que leer la Biblia una y otra vez y ocuparse del Catecismo”.
- Construir una relación de confianza en la asistencia espiritual: “Tenemos que construir una relación de amor. Ese es nuestro trabajo, no el de los hermanos y hermanas. Eso a veces lleva mucho, mucho tiempo hasta que los hermanos y hermanas se dan cuenta: Ese me ama, puedo confiar en él”.
- Cultivar la vida en la comunidad: “Es un trabajo muy concreto con la organización”.
Servir al Señor también significa someterse a su autoridad. “Nosotros, como sabéis, no queremos predicar ni proclamar nuestra propia opinión”, recordó el Apóstol Mayor. Pero el Evangelio de Jesús, ¡todo el Evangelio! “Sí, bueno, hay –cómo decirlo– partes del Evangelio que no convienen a algunas personas”. Pero, “anunciamos la palabra de Dios, el Evangelio, en toda su plenitud”.
Servir con temor
“Por supuesto, esto no tiene nada que ver con el miedo”, aclaró el presidente de la Iglesia. “Tenemos una santa reverencia ante Dios, por su majestuosidad, un santo respeto por su omnipotencia y por su conocimiento, y una muy profunda reverencia y gratitud a Jesucristo”.
Servir con reverencia significa:
- Obedecer los mandamientos de Cristo: “Dado que el Señor nos confió una posición especial como portadores de ministerio, debemos ser siempre los primeros en cumplir los mandamientos”.
- Amar a Dios: “No hace falta que explique mucho, ya lo sabéis: nuestra motivación es el amor a Dios, a Jesucristo y no, tener alguna ventaja”.
- No tener miedo: “Servid al Señor con temor, sabiendo que es el Todopoderoso, ¡ningún ser humano, ningún espíritu es más fuerte que Él! El que teme al Señor no tiene que temer a nadie más”.
- Ser consciente de que uno tendrá que rendir cuenta ante Dios: “En algún momento Dios me hace la pregunta: ¿Qué has hecho con los dones que te he dado? ¿Realmente has trabajado? ¿Realmente has aprendido?”.
Alegrarse con temblor
“Esto suena extraño, por supuesto”, admitió el Apóstol Mayor. “Este temblor no tiene nada que ver con el miedo. Cuando habla de temblar, hoy se diría: alégrate con todo tu ser, con todo tu corazón”. Significa alegrarse desde adentro.
¿La razón? “Me alegro porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que es perfecto, me ama. Me alegro porque Dios, que es perfecto, me ha elegido y quiere que habite con Él para siempre. Me alegro porque el Señor vendrá de nuevo a llevarme con Él”.
El Apóstol Mayor también recordó a los portadores de ministerio las numerosas respuestas a las oraciones, de las que pueden alegrarse: “Antes de cada Servicio Divino oras: ¡Amado Dios, ayúdame! Cuántas veces ha respondido a esa oración”. Y entonces el Apóstol Mayor les recordó la alegría puesta en boca del Apóstol Pablo en Hechos 20:35: “Más bienaventurado es dar que recibir”. Quien tiene esta actitud de corazón, prometió el Apóstol Mayor, puede realmente alegrarse en lo más profundo.
“Estemos alegres en nuestro trabajo”, fueron las palabras finales del máximo dirigente de la Iglesia. “Nos alegramos de que Dios nos ame, nos alegramos del obrar de Dios en su Obra y buscamos generar motivos de alegría queriendo dar siempre a nuestro prójimo más de lo que él nos da”.