¿Humillarse? ¡Qué pensamiento desagradable! Bien, sí, ante Dios, el Todopoderoso, no va de otra manera. ¿O cómo hay que entenderlo? La respuesta, como dice claramente el texto bíblico, está en la mano.
«Sé que no a todos les gusta». Con estas palabras presentó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider el 23 de julio de 2017 en Barcelona (España) el texto bíblico de 1 Pedro 5:6: «Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo».
«En muchos de inmediato se levanta el pensamiento: ahora se nos quiere explicar otra vez qué malos somos». Pero, «refirámonos a esta palabra un poco más profundamente», pues «hago recordar que para Dios eres tan importante que Jesucristo murió por ti. Por eso, tampoco nos pide que nos consideremos inferiores ni que nos menospreciemos».
La humildad es algo muy diferente: «Es verdadera humildad ante Dios, reconocer su gloria y desarrollar como corresponde nuestra relación con Él. Reconozcamos la poderosa mano de Dios», manifestó el Apóstol Mayor señalando lo que esto significa en detalle:
La mano del Creador
«Dependemos absolutamente de Él, todo lo que somos, todo lo que tenemos proviene de Dios, el Creador. Por eso le estamos agradecidos, lo expresamos con temor de Dios».
- «Tratamos el medio ambiente con temor de Dios, sabiendo que es dado por Dios, Él nos lo confió».
- «Nuestro Padre celestial nos dio la salud y el cuerpo, los tratamos con temor de Dios».
- «Tratemos con temor de Dios nuestro intelecto y nuestro lenguaje, sabiendo que Dios nos los dio para que nos podamos comunicar con Él».
La mano que guía
«Dios nos quiere guiar a la eterna comunión con Él. Él no nos guía hacia las tribulaciones; la mano de Dios nos guía a través de las tribulaciones a la eterna libertad», resaltó el Apóstol Mayor. «El amor y la potestad de Dios son mucho más grandes que todo lo que nos podamos imaginar. Confiamos en Él. En un momento dado, en el momento oportuno Él ayudará y nos salvará».
La mano que exalta
«Este pensamiento es fascinante: del hombre imperfecto, de mí, Dios quiere hacer una criatura semejante a su Hijo. Nos quiere exaltar por encima de nuestras propias debilidades e imperfecciones». ¿Y cómo responde el hombre a ello? «Nos humillamos y renunciamos a todo lo que no se adapte a esta semejanza a Jesucristo».
La mano que reúne
«La mano de nuestro Padre celestial quiere hacer un pueblo de diferentes naciones, de muchas personas distintas», dijo el Director internacional de la Iglesia. «Si reconocemos esta mano que reúne, nos humillamos y superamos lo que nos separa de nuestro prójimo, sea lo que fuere».
La mano que bendice
«Tengamos el valor de hablar con todas las personas sobre nuestra fe». La verdadera humildad no es decir: «Yo no puedo, soy demasiado pequeño». El que verdaderamente es humilde dice: «Si Dios me dice lo que tengo que hacer, lo hago». Pues, «nosotros trabajamos, pero Dios bendice. Lo que nos parece imposible, para Dios es absolutamente posible. Nosotros somos sólo herramientas».
La conclusión del Apóstol Mayor: Al reconocer la gloria de Dios, creyente se humilla ante Él, demostrando temor de Dios y confianza, purificándose, superando lo que separa y anunciando el Evangelio a todos.