Perfectamente entusiasmados por Jesucristo: “¡Hizo un gran trabajo!” y “¡Lo ha hecho todo bien!”. Lo que el Apóstol Mayor quiere decir exactamente con esto y por qué es bueno contagiarse de entusiasmo, aquí en el informe del Servicio Divino.
“Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar”. Esta es la palabra bíblica utilizada para el 30 de julio de 2023 en Neunkirchen (Alemania).
El trasfondo: Jesús había obrado un milagro. Y la gente en aquel momento se maravillaba. Su exclamación: “Bien lo ha hecho todo” significa dos cosas para las personas de hoy:
- “Esto es una señal. Ahora ha llegado la salvación. Ahora el Salvador está aquí”, explicó el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. El profeta Isaías predijo la curación de los sordos y los mudos para la venida del Mesías.
- Para nosotros los cristianos, esto es una indicación de que Jesucristo es el Hijo de Dios. Pues el “bien lo ha hecho todo” –en otras traducciones también “era bueno lo que había hecho”– está relacionado con el relato de la creación. Dios vio que todo lo que había creado era muy bueno.
Todo lo que hace Jesucristo es perfecto, dejó claro el Apóstol Mayor.
La vida perfecta: “Jesucristo fue perfecto en su obediencia. Fue fiel y obediente a su Padre hasta el final, permaneció sin pecado. Lo admiro: siempre tomó la decisión correcta, siempre tuvo la mejor respuesta, siempre eligió el mejor camino”.
El sacrificio perfecto: “Precisamente porque estaba libre de pecado, hizo un sacrificio perfecto. Una vez y para siempre, y este sacrificio es eterno para todos los seres humanos”.
La victoria perfecta: “Rompió el poder del mal. Sí, claro: hoy el mal todavía se mueve, todavía actúa; pero su poder es limitado. El final de la historia ya está escrito: ¡Jesucristo vence! El diablo, el maligno, puede hacer lo que quiera: ¡está vencido!”.
La redención perfecta: “No se trata solo de un alivio del dolor, no solo de una compensación por una pérdida que hemos sufrido en alguna parte. Ya no hay ninguna carencia, ya no hay nada que oprima: todo será perfecto, para siempre, eternamente. Lo hace no solo por nuestra alma, sino por el alma, el espíritu y el cuerpo. Obtendremos un cuerpo nuevo, y como una persona completa estaremos en su reino”.
El obrar perfecto: Él no fuerza a nadie a querer su salvación. Pero “Él produce en nosotros el querer como el hacer”. Por un lado, “obra en nuestra alma y nos demuestra su amor. Cuanto más aceptemos su amor, mayor se hará nuestro querer”. Y, por otro lado, “no podemos hacerlo por nosotros mismos, sino que el Señor Jesús dice: ‘Yo te ayudo, estoy contigo y te doy la perfección: con mi gracia’”.
La justicia perfecta: “Su salvación, su sacrificio, su Evangelio es perfecto, es decir, se adapta a todos los seres humanos, y con este Evangelio, con su sacrificio, puede redimir a todos los seres humanos. Él se encargará de que hasta el juicio final todos los seres humanos –aquí en la tierra o en el más allá o incluso en el venidero reino de paz– tengan la oportunidad, la posibilidad, de acudir a Jesucristo”.
“Ahora, ¿cómo respondemos a esto?”, preguntó el Apóstol Mayor, dando como respuesta:
- Seguimiento: “Si he comprendido que el Señor Jesús lo ha hecho tan bien, entonces seguramente mi deseo es: ¡Quiero hacer lo mismo!”.
- Confianza: “Lo que Él hace, lo hace bien. Aunque no lo entendamos, confiamos en Él. Siempre nos dará lo que necesitamos para ser redimidos”.
- Amor: “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Nuestra única preocupación debe ser: ¡Quiero amar a Dios aún más y aún mejor!”.
- Esperando: “Hoy no podemos entender y ver todo así. Pero tened paciencia, al final se revelará a todos que el Señor lo ha hecho todo bien”.
- Comenzando: “No importa lo que haya pasado en tu vida, no importa lo que hayas hecho o dejado de hacer, no es demasiado tarde. Dios puede hacer todo bien, ¡todo! Él te da toda su gracia, te da la oportunidad de un nuevo comienzo. Aprovecha la gracia”.
“Lo único que importa ahora es tu voluntad”, enfatizó el Apóstol Mayor Schneider. “Considera el amor de Dios por ti, considera la meta, la salvación que te tiene reservada y hazte la pregunta: ‘¿Realmente lo quiero?’. Si es así, Dios dice: ‘No hay problema, yo lo haré todo bien’”.