Color del sitio web:

world.today

Tras las huellas del triple amén

julio 4, 2015

Autor: Andreas Rother

Imprimir
Escúchalo

«Amén», sí, lo conocemos, significa tanto como «así sea». Pero hay todavía un superlativo de esta fórmula de rearfirmación: el triple amén, que en la Iglesia Nueva Apostólica se canta al final del Servicio Divino. ¿De dónde proviene? ¿Qué significa? Vamos tras sus huellas.

En la palabra «amén» hay mucho más que sólo una confirmación. El original hebreo también se traduce como «afirmarse, arraigarse». Pues se deriva del verbo que significa «estar firme, seguro, ser confiable». La misma raíz tiene también la palabra hebrea para «fe».

Simple y doble en la Biblia

«Amén» es una respuesta: en el Antiguo Testamento nunca sirve como reafirmación de palabras propias, sino como confirmación de palabras, oraciones y bendición de otros. Aunque aparece en las escrituras tardías (también llamadas apócrifos) como final de una oración propia en el libro de Tobías, por lo general sólo en la forma original griega, en la así llamada Septuaginta. Pero también en el Nuevo Testamento, el amén expresa estar de acuerdo o apropiarse de lo escuchado (ante todo en el Apocalipsis).

El doble amén también se conoce bien de la Biblia. Se encuentra, entre otros, en los Salmos (41:13; 72:19) y expresamente como respuesta de las comunidades, entre otros en el libro de Nehemías (8:6): «Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén!».

Un caso especial es el doble amén con el que Jesús introduce sus alocuciones y que a menudo es traducido con «de cierto os digo» (por ejemplo 10:23; 19:28). Aquí se ve, como en la formulación de los profetas veterotestamentarios: «así dijo Jehová», la expresión de autoridad divina para lo dicho. Y así menciona Apocalipsis 3:14 «el Amén» como uno de los nombres de Jesús.

Triple en el Servicio Divino

Pero un triple amén no se encuentra en las traducciones bíblicas corrientes. Esto parece que comenzó a usarse recién en los Servicios Divinos de los comienzos del cristianismo. Así finalizó la Iglesia Copta su oración benedictina, que se basa en el canto de alabanza de Zacarías que figura en Lucas 1:68-79. Y del rito bautismal de la Iglesia Oriental nos ha sido transmitido algo similar: «En el nombre del Padre, amén – y del Hijo, amén – y del Espíritu Santo – amén».

La triple reiteración de una formulación también se conoce de otros lugares: en Isaías 6:3 se encuentra un «santo, santo, santo». Y la misma formulación se pronunció probablemente en la iglesia de Corinto, según una carta del Obispo Clemente del siglo I. Un triple «Kyrie eleison» («¡Señor, ten misericordia!») figuraba al final de las liturgias egipcia y etíope.

Mientras tanto el triple amén se encuentra en diferentes lugares en el Servicio Divino de muchas Iglesias, sean católico romanas, ortodoxas o protestantes. La Iglesia Nueva Apostólica lo ha tomado como final del Servicio Divino cómo la Comunidad Católica Apostólica.

Importancia como Confesión

¿Y a qué hace referencia el triple amén? Para ello también hay diferentes explicaciones. Se puede pensar en reafirmación de los tres elementos del Servicio Divino, palabra, Sacramento y bendición. O es una respuesta a la bendición final que lo precede. La bendición final para el Oficio dominical provenía primeramente de Números 6:24 («Jehová te bendiga, y te guarde…») y a comienzos de los años 1940 fue reemplazada por 2 Corintios 13:14 («La gracia del Señor Jesucristo…»). Pero lo más probable es, en vista de la historia, que el triple amén haga referencia a la Trinidad Divina.

Que la formulación de reafirmación se puede cantar con gran énfasis, lo dejó en claro en los años 1950 un hermano de Alemania del Sur encargado de la parte musical, en una circular a las comunidades: «Para confesarse con alegría y fe al Servicio Divino que finaliza no hay determinación, comunión y alegría suficientes».

julio 4, 2015

Autor: Andreas Rother

Imprimir