Color del sitio web:

faith.today seasons.today

Trinidad: Dios es comunión

13 06 2025

Autor: Andreas Rother

Imprimir
Escúchalo

La teología es peligrosa. Al menos así lo vivió un tal Patricio al intentar explicar la Trinidad de Dios a unos celtas salvajes. Hoy en día, el concepto sigue siendo difícil: un acercamiento.

De hecho, la Trinidad tiene incluso su propia festividad. El domingo después de Pentecostés se llama “Trinitatis” en las Iglesias de tradición occidental, “Trinidad” o bien “Santísima Trinidad”.

Que este día conmemorativo también se encuentre en el calendario de la Iglesia Nueva Apostólica no es nada nuevo. Y que el concepto sirva de marco al Servicio Divino es algo muy familiar: desde “En el nombre de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” hasta “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”.

Hasta aquí, todo conocido. Pero ¿cómo hay que imaginarse esta Trinidad?

Más que la suma de sus partes

Esta pregunta casi le cuesta la vida al misionero romano-británico Patricio, que viajaba por Irlanda en el siglo V. Según la leyenda, los celtas entendían en forma equivocada el concepto de la Trinidad y creían que se refería a un monstruo de tres cabezas. Se sintieron amenazados y quisieron acabar con el misionero.

Pero Patricio tuvo la explicación adecuada. Arrancó un trébol de tres hojas de un prado y lo presentó como ejemplo. Esto convenció a los celtas. Pero a un teólogo no le habría bastado. Porque la Trinidad es más que una cosa compuesta de tres partes. Dios es unidad y no es divisible.

Más que un equipo de tres

“Cuando hablamos de Dios como ‘el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo’, no hacemos referencia a tres dioses diferentes, sino a tres personas”, explica el Catecismo de la Iglesia Nueva Apostólica (Catecismo INA 3.1.1).

Pero ¡cuidado! Hoy en día entendemos por persona un sujeto independiente con conciencia individual. Pero la Trinidad es más que la comunión de tres dioses.

El Catecismo habla deliberadamente de “antiguos conceptos filosóficos” cuando se refiere a “persona” (KNK 3.2.3). Porque la palabra latina “persona” proviene del mundo del teatro romano y originalmente significaba más bien máscara, papel, personaje.

Entonces, ¿“Trinidad” significa un Dios con tres rostros?

Más que facetas de una misma cosa

Esto contradiría al Bautismo de Jesús. Porque allí aparecen al mismo tiempo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esta escena (descrita en detalle en Mateo 3:13-17) es uno de los pasajes más destacados de la Biblia sobre la Trinidad, que, aunque no menciona el término, conoce el concepto.

El Dios único que se revela de diferentes maneras: como Padre en el Antiguo Testamento, como Hijo en el Nuevo Testamento y como Espíritu Santo desde Pentecostés. O como Creador (Padre), Redentor (Hijo) y Creador de lo nuevo (Espíritu Santo). Pero esto no debe considerarse como una simple sucesión. Porque la Trinidad es más que las diferentes manifestaciones de un solo individuo.

Sigue siendo un misterio

Y así, los doctores de la Iglesia llevan siglos esforzándose por hacer tangible y comprensible la Trinidad mediante analogías: con el agua en forma de hielo, líquido y vapor, con el ser humano como niño, pareja y progenitor, o con el sol, la luz y el calor.

Los teólogos modernos también buscan nuevas imágenes lingüísticas: Dios sobre nosotros (Padre), Dios con nosotros (Hijo), Dios en nosotros (Espíritu Santo). O el Padre como el “yo” de Dios, el Hijo como el “tú” de Dios y el Espíritu Santo como el “nosotros” de Dios.

Pero, en última instancia, todos los intentos fracasan porque la Trinidad se entiende de forma demasiado dividida o demasiado unificada. Sigue siendo una paradoja. O, como lo formula el Catecismo: “La Trinidad de Dios es un misterio”.

Práctica en lugar de filosofía

Quizás sea mejor pensar menos en ello y sentirlo más: Dios es amor. Eso está claro. Y el Dios trino es comunión. Así predica una y otra vez el Apóstol Mayor.

Y quien entiende con el corazón que Dios es comunión, entiende por qué Dios quiere llevar a los seres humanos a su comunión. Por qué el amor a Dios no es posible sin el amor al prójimo. Y por qué la Iglesia, la comunión de los creyentes, es el campo de aprendizaje y práctica para la futura comunión absoluta.

A veces practicar ayuda más que filosofar.


Foto: Best – stock.adobe.com

13 06 2025

Autor: Andreas Rother

Imprimir