¿En qué se reconocen los Servicios Divinos nuevoapostólicos? Una posible respuesta: comienzan y terminan con la invocación del Dios trino. ¿Quién es este Dios trino? ¿Cuáles son las consecuencias de creer en Él? Pensamientos sobre la Trinidad.
En el calendario litúrgico, el domingo después de Pentecostés se llama “Trinidad”. Los cristianos recuerdan que Dios es trino. En la Biblia dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Es así como, al final del Servicio Divino, el Pastor bendice a la comunidad: con la bendición trinitaria. Lo trinitario en ella es el Dios que los cristianos adoran. Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Él es el Creador, mostró su rostro humano en Jesucristo y permite que los seres humanos esperen un futuro mejor a través del Espíritu Santo. La línea de tiempo de su existencia es interminable, desde el principio hasta el futuro más lejano. Este Dios trino nos da su bendición.
Tres personas, una naturaleza
Cuando se habla de Dios como “el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, no se trata de tres dioses diferentes, sino de tres personas. “Hipóstasis” es como le dicen los expertos. Es también lo que expresa el Catecismo nuevoapostólico: “La Trinidad de Dios es un misterio. […] El Dios uno es el Dios trino. […] Cuando hablamos de Dios como ‘el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo’ no hacemos referencia a tres dioses diferentes, sino a tres personas (hipóstasis), que constituyen el Dios uno” (Catecismo INA 3.1.1). “Mia ousia – treis hypostaseis”: una naturaleza – tres hipóstasis o “tres personae, una substantia”: tres personas, una sustancia, dependiendo del lenguaje teológico que se hable.
Este es un misterio que parece difícil de asimilar para nosotros como seres humanos: una naturaleza en tres personas, ¿cómo es posible? ¿Dios es, al mismo tiempo, tres y, aun así, uno? Esto contradice el conocimiento humano. El hombre más bien está obsesionado con ser lo que realmente es. Pero sobre todo la fe en el Dios trino influye en la imagen de Dios que los hombres tienen de Él. Si el cristiano tiene una fe trinitaria, entonces cree que Dios puede hacerlo todo, que es todopoderoso y eterno. Entonces cree que Dios es misericordioso con el hombre y que es indulgente. Entonces cree que Dios es la verdad y la sabiduría, y tiene interés en el futuro. “Él es el Uno (único), el Santo, el Todopoderoso, el Eterno, el Amante, el Misericordioso, el Justo, el Perfecto. Dios no es desconocido ni está oculto; se inclina hacia los hombres, les habla y les permite hablar con Él”, dice el Catecismo.
Nuestra imagen de Dios tiene consecuencias
Entonces, ¿qué crees como cristiano? ¿Estás insatisfecho porque tu imagen de Dios no puede ser armonizada con toda la experiencia humana que tienes disponible? ¿Tienes miedo de Él, el Todopoderoso, porque no encaja en tu tridimensionalidad humana? ¿Quieres ser más poderoso que el Todopoderoso, aunque sabes que eso no es posible? El hombre no puede vivir en esta tierra para siempre, ni puede prever su futuro. Lo que puede hacer es adorar al Dios trino, confiar en Él, ser formado por Él. Por ejemplo, mostrando misericordia, como hizo Dios, el Hijo. O asignándole al futuro un papel primordial en sus necesidades terrenales. Todo esto –el querer entender a Dios– es tarea del ser humano, que no solo habla de la Trinidad de Dios, sino que cree en ella. Esto debe ser probado en la vida cotidiana.
El creyente de orientación trinitaria no necesita un Dios de venganza o de guerra. No tiene que recurrir a los patrones arquetípicos de comportamiento del derecho del más fuerte. Los cristianos viven éticamente con una alta competencia moral, son generosos en el respeto al prójimo. Ven el horizonte y desean expandirlo. Los cristianos escuchan y dicen la verdad. Creen en el bien aunque haya maldad.
Estar donde Él está
A las tres personas divinas les corresponde adoración y glorificación. Son el Dios uno y están en eterna unidad y comunión. Aspiramos llegar a la comunión perfecta con el Dios trino. Por eso esperamos el retorno de Cristo, la realización del reino de paz y, finalmente, la consumación en la nueva creación, en la que veremos a Dios tal como es.
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