Los ídolos y los ejemplos de conducta proporcionan orientación, identificación y a menudo también entusiasmo, determinando la vida de muchas personas desde una edad temprana, a veces incluso hasta la vejez. Pero algunos héroes ayudan incluso más allá.
El ejemplo de Cristo es el tema de las prédicas dominicales de febrero. Y no se trata de estrellas y modelos del siglo XXI, sino de valores y contenidos que sobreviven a los milenios; y eso independientemente de la nación, la cultura, el idioma y la posición social.
¿Ganas de recibir un regalo? El que no tiene nada lo tendrá todo. Esto es lo que Dios promete a aquellos que se consideran dependientes de Él. La Biblia habla de los “pobres en espíritu”, es decir, de aquellos que no dejan a Dios de lado, sino que lo incorporan en su vida como un componente esencial. Estas personas conocen sus limitaciones y también las riquezas que Dios puede darles: su amor que acompaña, su gracia que libera y la comunión eterna que ha de venir. “El pobre es rico” o como lo resumió Jesús en el Sermón del Monte: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Esta es la base del primer Servicio Divino dominical.
¿Sin rodeos por la vida? ¿Cuántas veces las personas se meten en un callejón sin salida, cuántas veces dan tres pasos atrás y solo uno adelante? La vida es demasiado incierta para planificarla y alcanzar todos los objetivos por el camino más corto. Estando “orientados hacia Dios” –como dice el título para el Servicio Divino del segundo domingo de febrero– no nos evita por completo estos altibajos en la vida. Pero aporta paz y seguridad a los planes de vida y, sobre todo, establece una dirección duradera: “Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).
¿Está muriendo la Iglesia? Aquí y allá se presagia el final de la fe cristiana, de la Iglesia. En parte, la doctrina de Cristo se distorsiona como un método para lograr éxito. Los creyentes se alejan. Algunas cosas salen de manera diferente a la esperada. Una imagen de dos mil años de antigüedad es la base del Servicio Divino del tercer domingo de febrero: “Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre” (Lucas 7:13-15). El Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider escribe al respecto: “Jesús alienta también hoy. Nos saca de la desesperación y nos alienta”.
¿Están muertos los muertos? El último Servicio Divino de febrero prepara el domingo para los difuntos que tiene lugar en marzo. “Dios ayuda y nos redime” está escrito sobre los pensamientos del versículo bíblico de Salmos 126:1: “Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan”. Y queda claro que la fe cristiana va más allá de la muerte. “Creemos que los muertos y los que viven conforman una única comunidad en Cristo y que ambos grupos juntos son parte de la Obra Redentora del Señor”. Y esa redención trae alegría eterna. Jesucristo lo señaló una y otra vez en su vida y en su obrar. En el retorno de Cristo, este entusiasmo será perfecto.
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