Un plato de harina de maíz cada dos o tres días
La catástrofe de las inundaciones en Malawi sigue afectando a cientos de miles de personas. Además de las organizaciones internacionales, también están trabajando las obras caritativas nuevoapostólicas Fundación Henwood y NAK-karitativ, quienes informan de la crisis por la que atraviesa la región.
La gente está habituada a las inundaciones, ante todo en el sudeste de ese país africano, y también toma las precauciones necesarias. Pero este año las precipitaciones llegaron tarde y fueron muy fuertes y persistentes. Unas 64.000 hectáreas están cubiertas en parte con más de un metro de agua. Y esto en una región en la que la mayoría de las personas vive de la agricultura.
Alrededor de 610.000 malawianos dependen los próximos dos a cinco meses de la ayuda que reciban, según el último informe de las Naciones Unidas. 173.000 personas perdieron sus viviendas y viven en alojamientos de emergencia. En la región sur, la más pobre del país, Joana von Jarmersted y Ann Soko, colaboradoras de NAK-karitativ (Alemania) y la Fundación Henwood (Zambia) respectivamente, coordinan sus acciones de ayuda.
Todavía es imposible volver a casa
«En realidad deberíamos recibir cada día un plato de harina de maíz, pero a veces por dos o tres días no hay alimentos», informa Siggy Yalu a ambas asistentes. La malawiana nuevoapostólica vive con ocho hijos en el campamento Bangula. Está contenta con cada comida y con cada día que no deben pasar hambre. Ya hace tres meses que la familia de diez miembros está en el campamento. Su casa está destruida. Todavía es imposible que regresen. En su hogar hay lodo y agua hasta la rodilla.
Unas 100 toneladas de víveres fueron repartidas por ambas organizaciones caritativas en la región. Harina de maíz, arroz, porotos, azúcar y sal ayudan a más de 3200 familias, de momento, a salir adelante. Diez toneladas de harina de maíz enriquecida con aditamentos alimentarios fueron entregadas a mujeres embarazadas, madres con niños pequeños, ancianos y enfermos. Además, el equipo de Ann Soko y Joana von Jarmersted distribuyó mantas, vajilla, baldes y mosquiteros a familias necesitadas.
La provisión de alimentos no es el mayor problema
En casi 24.000 toneladas estiman las Naciones Unidas el requerimiento de maíz para las víctimas de las inundaciones en los próximos meses. Pero este no es el mayor desafío, se enteran las asistentes en la localidad de Nsanje: «El mayor problema es el agua y la situación higiénica», explica el director de la clinica local. «Muchos campamentos e incluso poblados tienen insuficiente cantidad de toiletes y dispensadores de agua».
Las epidemias son consiguientemente una amenaza: 148 casos de cólera fueron registrados hasta ahora por las Naciones Unidas. Dos personas murieron a consecuencia de esta enfermedad. «Hasta ahora el cólera sólo se presentó fuera de los campamentos», dice el jefe de la clínica de Nsanje. «Ni bien la enfermedad encuentre el camino para entrar en los campamentos, esta enfermedad infecciosa se volverá difícil de controlar y dramática». Para que la clínica esté equipada, el Fundación Henwood y NAK-karitativ hicieron traer en avión botiquines higiénicos.
Preparativos para la reconstrucción
Hasta fines de la época de lluvias en abril la gente debe permanecer en los alojamientos de emergencia. Recién después podrán animarse a regresar a sus casas y campos destruidos. Ambas obras caritativas de la Iglesia Nueva Apostólica ya se están preparando para ello. Están organizando planes para donar carpas y enviarlas a la región de la catástrofe. Estas podrán ser utilizadas para alojarse, incluso mientras se estén reconstruyendo las casas.
Pero con esto todavía no ha terminado la lucha por sobrevivir: las personas del sur de Malawi todavía se deben enfrentar con la dificultad de reconstruir su medio básico de vida: deben volver a fertilizar sus tierras y campos de cultivo.